Tago.- yo quiero que mis
hermanos también la tengan alma de esa
Luna.- ¿pero entonces? ¿las
piedras que caen?
Alynca recordó que el tiempo es distinto y que
antes de abandonar las tinieblas debían de pasar un tiempo de reflexión y
purgatorio. Aquellos que tuvieron conciencia del mal y no lo evitaron,
los que no hicieron el bien solo por egoísmo,
las últimas almas que existieron son las que ahora llegan desde el universo.
Tago.- y si yo muriese y se abriese para mí la puerta de la luz, se harían fuertes de
nuevo todas las alas de los ángeles y os podrían ayudar a salvar a mis hermanos
y enseñarles como a mí me habéis enseñado
y entonces tendrían alma y podrían unirse conmigo en el reino de la luz.
Luna.- no, eso no, tú no te
puedes morir
Alynka.- hay que pensar. Tú muerte no es la solución
Luna.- antes moriría yo
Alynka.- dejar de decir bobadas y
a dormir
Aquel
día los tres soñaron, los tres tuvieron pesadillas, los tres despertaron
sobresaltados Viendo aquella misma imagen:
Tago estaba sobre una gran
piedra hablando a sus hermanos y un Halo de luz blanca parecía envolverlo ante
la admiración de todos.
La noche siguiente, sin
dudarlo en la noche de cuarto creciente se despojó de sus vestimentas y salió a
ayudar a sus hermanos.
Fue
acompañándolos hasta la puerta uno a uno portando sus cestos. Ellos solo agachaban la cabeza, ni lo miraban,
era una visión sin respuesta emocional.
Tal vez el miedo, quizás la constatación de
las historias que otros habían dicho vivir.
El último llegaba demasiado cansado.
Tago se
lo cargó al hombro sujetándolo con el brazo y con la otra mano agarró el cesto.
Esta vez no lo dejó tendido
en la puerta, entró hasta el habitáculo, lo depositó en el suelo y volvió a
salir rápido desapareciendo en la noche.
Tago ya se aproximaba a la roca donde estaban
ocultas Alynka y Luna.
Su rostro, el de Tago, radiaba exultante de
felicidad.
Alynka.- ¿qué tal te
encuentras? Vendrás cansado
Tago.- podría haber estado
ayudando mucho más tiempo
Luna.- Que bien que hoy ninguno
de ellos quedó atrás y podrán estar tranquilos
Tago.- en realidad esos cestos
no pesan apenas; ahora entiendo que los cuerpos alimentan más
que las almas
Alynka.- por favor cállate ya;
siempre que piensas en voz alta me dan más ganas de quitarme estas alas
Tago.- no, no se te ocurra hacer
eso nunca
Luna.- no podrían estar en
nadie, mejor que en ti
Alynka.- si tuviera la potestad de colocarlas en alguna
otra espalda…
Tago.- las deberías poner en
Luna
Luna.- de eso nada, las pondría
en ti, que eres quien las merece
Hasta el amanecer, estuvieron jugando,
corriendo y riendo entre las rocas. El
firmamento estaba cargado de nubes, pero no parecía fueran a descargar. De vez
en cuando se tumbaban boca arriba e intentaban encontrar formas con que nutrir
sus sueños, esas que el viento iba modelando con cambios constantes.
Cada noche Tago salía a acompañar a los
recolectores, pero solo ayudaba a los más necesitados. Esa era su función en aquella comunidad y si
él realizaba esa labor, ya no serían necesarios y lo que no era útil ya se
sabía lo que pasaba con ello.
Tras varios días de dar vueltas y vueltas
a su mente y de hablar sus reflexiones con Alynka y Luna, llenó un cesto con
animalitos y otro con brotes. Se puso en la puerta y a cada uno, según llegaba,
antes de entrar les hacía abrir
la boca, metía en ella un animalito unos pocos brotes, les hacia masticar y tragar como Alynka hizo
con él.
-Tenía una gran duda que le
rondaba por la cabeza.-
Tago.- tengo una cosa en la que
me tenéis que ayudar
Luna.- quieres que te ayudemos
con los más débiles
Tago.- no, no es eso
-La mirada de Alynka se
perdió en ningún sitio-
Tago.- ¿donde miras?
Alynka.- yo creo que eso sería una
solución
Luna.- no entiendo
Alynka.- pero ningún ser se
alimenta de su misma especie
Tago.- claro, eso estaría mal.
La nueva alimentación
aunque escasa, empezaba a causar efecto positivo y ya se ayudaban entre ellos
como condición impuesta por Tago.
Ya no llegaban a la puerta uno a uno, lo
hacían en grupo y se esperaban entre sí.
Luego, se acercaban a los cestos de comida; y respetaban la ración que se les había
asignado. Tago de pie a su lado, les
hablaba de respeto y colaboración, que la ayuda que hoy habían prestado, mañana
la solicitarían ellos, de que nada es inútil si está en el sitio correcto.
Alynka y Luna también lo escuchaban ocultas en
un sitio cercano.
Tenían que indicarle más pasos con los que
avanzar y organizar su autosuficiencia depositando su confianza en unos pocos
de ellos.
En el sitio donde un día
se puso aquel primer brote que dio una flor, el color verde ya cubría el suelo
y las paredes, círculos de colores
lucían diferentes brillos y tonalidades;
también se marchitaban, siguiendo así su curso de vida y reproducción.
Tago.- esta noche entraré al habitáculo
Luna.- ¿para qué?
Tago.- a ver si todo sigue igual
y a escoger a alguno de ellos para que me ayude en la continuación con lo que
iniciasteis vosotras
Alynka.- entonces no podrás salir
Tago.- esperare a que pase el
día y anochezca de nuevo, podéis estar tranquilas todo irá bien
Entró en el habitáculo; los
pálidos retrocedieron ante la presencia de Tago, era cierto, estaba de nuevo
allí, no era una invención lo contado durante tantos días.
Se amontonaron en un rincón.
Las luces tenues seguían parpadeando en
lo alto de las paredes.
El molino dejaba de dar vueltas,
los niños se escondían tras el montón de escombros.
En la
planta inferior las mujeres atemorizadas pararon al verlo, dejo de girar el
elemento con forma de estrella de cinco puntas y todo quedo a oscuras; el mismo miedo les hizo volver a empujar con
fuerza y ponerlo de nuevo en movimiento para que la luz volviese.
En un cubículo anexo
cerrado con una gran puerta su antiguo hogar.
Sin luz y en un espacio reducido descansaban
las pieles oscuras. Encerradas, para que no tuviesen contacto con las
mujeres pálidas.
Pudo ver con sorpresa como los hombres
regurgitaban algo del alimento ingerido para dárselo a las mujeres y los niños.
Los que tenían alguna herida, eran
cuidados con delicadeza por las mujeres y los niños escuchaban atentos las
palabras de quienes repetían lo que Tago les había dicho esa noche.
Hoy sería el mismo Tago,
el que les hablaría; lo haría contándoles una especie de cuento que todos oían
con gran atención.
Al anochecer escogió a dos
hombres, el más fuerte y el que se veía más débil aún siendo joven. Dos mujeres, una de ellas estaba embarazada.
Entre todos escogió a dos niños y dos niñas,
tal vez los que habían escuchado sus palabras con más atención.
Los
acompañó hasta la Grieta que fue el hogar de Alynka en su gestación y crianza
de Luna, hasta que llegó Tago.
--Ya no olía tan
mal—
Era profunda y tenía
una gran boca, que tendrían que tapiar dejando solo aberturas para que entrase
algo de luz indirecta.
Allí ya había muchos animalitos y brotes de
los que poder alimentarse.
Alynka y Luna se acercaban cada noche al
recinto de hormigón; sin ser vistas
dejaban el cesto con alimentos junto a la roca desde donde Tago cada noche les
había hablado tantas veces.
Interesante la historia y me quedo ensimismado por la construcción de la trama. Ahora es Tago quien nos pesca la atención.
ResponderEliminarGracias Profe.. ya estamos apunto .. llegando al final
ResponderEliminarMe leí los 9 capítulos de corrido. Al principio me costó internarne en la trama. Después e me atrapó . Encontré ficción pero también está presente la filosofía y teoría de teología. Woowww impresionante.. para mi Alynka ke cede las alas a Tago .. será???? estoy espectante ...
ResponderEliminarYo es que soy muy raro,, ja, ja, ja,
EliminarUn abrazo mi Gran luna.