jueves, 15 de septiembre de 2022

El Ocaso Cap. 07

 

 

 

                    En el trascurso del tiempo cada uno debía ser responsable de sus actos; de aquella conversación, solo sacaron una cosa en claro:

  Que la “felicidad”; eso que en las historias que contaba Alynka en las que algunos antiguos mencionaban la gran frase “paz interior” es la ignorancia.

                Pero claro, ellos no querían ser ignorantes, ellos querían saber, pero si sabían dejaban de ser ignorantes y si no eran ignorantes, nunca encontrarían la paz interior.

 

                Era noche de luna nueva, muchos de sus viejos compañeros saldrían con sus cestos a recoger piedras.

-Tago estaba hablando con Luna  con mucho secretismo-

Alynka.- a ver ¿qué andáis tramando?

Luna.- nada

Alynka.- sabéis que entre nosotros no debemos mentir

Tago.- porque mentir es malo

Luna.- ¿y si no es entre nosotros?

Alynca.- pues no sé, sí, yo creo que también es malo, pero bueno, si es por una causa muy justificada…

Tago.- ¿y cómo sabremos si la causa es justificada?

Alynca.- no me lieis.  Que secreto os traéis entre manos

Luna.- díselo tú, ha sido idea tuya

Tago, pero tú se lo explicas mejor

Luna.- claro, siempre me toca a mí

Alynka.- ¡VALE YA! ¡VENGA HABLAR!

Luna.- pero mamá vocearnos es malo

Alynka.- ¡PUES CONSIDÉRALO, UNA CAUSA JUSTIFICADA!

Tago.- bufff, mejor se lo contamos

Luna.- yo creo que sí

Alynka.- vamos, que estoy esperando

Tago.- pues que habíamos pensado…

Luna.- no mientas, lo has pensado tú

Tago.- pues que yo había pensado, bueno pero ella está de acuerdo.

         Que como es luna nueva, podíamos salir sin que nos viesen y…  pero si alguno queda agotado en el trabajo de recoger piedras, pues que tal vez, lo podíamos arrastrar hasta la puerta, para que no, bueno eso.       Solo a uno o dos.

Alynka.- ¿y cómo pensáis hacerlo sin que nos vean?

Tago.- si está muy agotado y me acerco yo solo, en la oscuridad no me reconocerá

Alynka.- ¿y si te reconoce?

Tago.- nadie lo creerá

Luna.- yo le decía, que me acerco yo primero por detrás, le doy un buen golpe en la nuca y lo dejo sin sentido y así luego ya, él lo arrastra

Alynka.- perdona hija;   pero me has salido muy bestia

Luna.- pero…  a que es una buena idea

Alynka.- no. No es una buena idea, prefiero la suya aún corriendo el riesgo de que lo reconozcan

Luna.- entonces yo que hago

Alynka.- tú nada, mirar, igual que yo desde lejos por si pasase algo

Luna.- pues vaya aburrimiento

 

             Los tres salieron en la oscuridad, sus pisadas eran lentas y silenciosas; se escondieron tras una roca y allí esperaron pacientemente.

           Ya habían regresado casi todos.    Vieron como uno se desplomaba bajo el cesto por el gran peso que llevaba sobre sus hombros.      

Tago.- mira. Uno ha caído

Alynka.- espera, no tengas prisa

        -Otro par de ellos pasaron por su lado sin ni siquiera mirarlo, ni prestarle ayuda-

Alyanka.- está visto que lo de ayudar a un hermano no está en su mente

            -entonces Tago recordó, haber hecho él también lo mismo en alguna ocasión-

Alynka.- Luna, vamos a coger unas piedras por si acaso se acerca algún otro

Luna.- para qué, no se las iremos a tirar, que hacen daño

Alynka.- mira que eres bruta.   Tago que vaya a por él, le descuelgue el cesto y lo arrime a la puerta.      En caso de que otros se acerquen, tú y yo, chocaremos las piedras para así hacer ruido y nos reiremos muy fuerte.

        Así ellos correrán a esconderse sin percatarse de la presencia de Tago.

 Tago se acercó a recogerlo y lo dejó al lado de la puerta, luego volvió a por el cesto y lo dejó justo a su lado antes de correr hacía el escondite de nuevo. 

        Cuando fueron a cerrar la puerta sin esperar a nadie más,  vieron que no podían porque algo se lo impedía.

    Al abrir lo vieron, así que lo metieron dentro junto con el cesto.

           Los de raza más oscura eran muy importantes y no demasiado numerosos;   aparte solo estaba cansado y sin magulladuras.

       Por esa noche se había salvado de quedar  a merced de las luces del amanecer

 

            Cada atardecer Tago iba acostumbrado sus ojos tras la careta a la luz intensa y cuando llegó la siguiente luna llena, pudo salir con ellas a correr, saltar y jugar.

    - Luna le había hecho una especie de saco con la que proteger su piel-

        Dentro de los habitáculos notaron un cambio con respecto a las lunas anteriores, lo que aún hizo que se estremeciesen mucho más.

 Junto con las carreras, ruidos, carcajadas y voces que no entendían,  ahora oían también aullidos que gritaban:

          .-Ya estamos aquí, ya estamos aquí

 

    Los ancianos recordaron sin saber porqué a ese, al que arrojaron entre los tullidos, tras volver de días sin vida y que miraba fijamente a los niños.

 

           Ocurrían cosas extrañas, muchas noches algún ser sin sentido junto con su cesto lleno de piedras obstruía la puerta al intentar ser cerrada, nadie se atrevía a mirar más allá.   Los relatos extraños de los salvados a los que les quedaba algo de aliento al ser arrastrados coincidían en que creían que era el desaparecido quien los cogía y arrastraba y después dejaba su cesto a su lado.

  Tenía diferentes las piernas, el torso y los brazos, poseía una fuerza fuera de lo común, era capaz de arrastrar con un solo brazo el cesto y sus pasos eran largos y veloces,  pero su rostro era el mismo.

     Tras la puerta en silencio, los tres escuchaban atentos los relatos de los salvados y como el resto atendían a su historia.

             Luego los tres, volvían a su casa preguntándose si lo estaban haciendo bien o mal.

    Alynka tampoco lo tenía claro; tal vez intentar con más de ellos como hicieron con Tago. Enseñarles la diferencia entre el bien y el mal y así lograr que se volviese a abrir de nuevo la puerta del reino de la luz; quizás para alguno de ellos o dejarlos vivir y morir en su ignorancia.

 

 


 

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