lunes, 17 de julio de 2017

Decisión "22"




             Tras largos y calurosos días surcando el ecuador, llegaron al punto acordado.   A lo lejos unos nubarrones negros  anunciaban una larga espera.      De la bodega se sacaban unas grandes lonas y con ellas se cubrían todos los víveres.   Por todas las argollas que había repartidas por la cubierta, se insertaba una gruesa maroma con lazadas intermedias, haciéndola un punto de sujeción seguro en caso de temporal.          El viento empezaba a arreciar, pero ya estaba todo bien amarrado a sus puntos de anclaje, ahora solo quedaba esperar que aquella vieja carcasa aguantase un nuevo envite del cielo y si no era así,  dormirían en el fondo del mar, sin que nadie los echase en falta.
          Todo bien cerrado y los hombres preparados para achicar agua en cuanto las olas empezasen a abordarlos.
.- ¿porqué no nos dirigimos a puerto? allí al menos
     .- ¿al menos? Mejor muertos
.- pero de la cárcel se sale
      .- nuestra libertad solo tiene un precio, la vida.
Hemos pensado muchas veces el desembarcar en un país civilizado, que no creas que hay muchos y emprender  el comienzo  de una nueva vida intentando dejar atrás el pasado
.- ¿y por qué no?
     .- no lo sé, puede ser que solo sea cobardía, miedo a que la vida ponga de nuevo en nuestras manos un arma,  que la desesperación de la soledad, nos empuje en brazos  de la droga, no te lo podría decir, cada uno de nosotros tiene sus motivos, pero el caso es que todos seguimos aquí y ninguno queremos abandonar esta chatarra.
               La tormenta se aproximaba.    El negro cielo se llenaba de luminiscencias que daban paso a tenebrosos estruendos.          El agua empezaba a caer con fuerza,  Samuel se preparaba para lo peor, mientras los demás con toda tranquilidad esperaban a que aquellos grandes depósitos con la tapadera abierta, recogiesen todo el agua posible.
       Una hora larga jarreando agua. Dejó de llover, (menos mal pensó Samuel) mientras con cinchas  de lona cerraban a presión las tapas de los depósitos casi llenos.
      .-musaso, ata fuerte este cabo a la cintura
                    Tayyeb, pasó el otro extremo por una de las argollas y luego se ató él.
      .- estar atento, si tú ir yo tirar y al revés, siempre cuerda tensa.
.- ¿pero porqué?
     .- musaso, prepárate ahora viene lo bueno
                  Lo que parecía ser una suave brisa, se fue incrementando. Las olas empezaron a romper contra el casco y como una fuerza salida del fondo del mar, se iban elevando hasta hacerlos sentir una insignificancia.
  La gran mole de hierro parecía una pluma a merced del viento.        Entre la olas la visión era nula, solo se podía estar pendiente de la voz del compañero y de la tensión de la cuerda para no perderlo en alguna envestida.
   Por fin empezó a llegar la calma, los cuerpos exhaustos quedaban tumbados en cubierta, las cuerdas y músculos se aflojaban.    Solo un cabo seguía tenso en sus extremos y un grito resquebrajaba una garganta.
     .- ¡Gary, Gary!
          Pero Gary no estaba en cubierta, su cuerpo colgaba atado por la cintura, golpeando el casco del Bahamas. Para él había acabado el viaje.  Ante la mirada inocente de Samuel y los ojos cerrados del resto, Patrick, fue hacia la cocina y volvió con una macheta.         Un golpe seco, seccionó la cuerda por la mitad, dando así sepultura al compañero perdido. Ninguno se acercó a la barandilla para despedirlo, el mar haría los honores de recibirlo en su seno.






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