jueves, 27 de julio de 2017

Transición "33" y "34"






  Los días pasaban y D. Fernando no daba señales de vida.
                 Desde la ventana del salón veían el trasiego de gente entrando y saliendo del local. El escaparate tapiado la puerta de madera se habían convertido en dos grandes cristaleras empapeladas por su interior, para que nadie pudiese ni imaginar su nuevo aspecto.
       La curiosidad les hacía intentar mirar como de reojo cuando por la puerta pasaban y esta estaba entreabierta, pero tenían orden de ni siquiera asomarse o hablar con los operarios que allí trabajaban.     D. Fernando quería darles la sorpresa con la satisfacción de ver sus caras y ese día sentiría pagada parte de la deuda que tenía con Guzmán.
      Internet les ayudó a ponerse al día de lo que pasaba en el mundo y sentados en el sofá, frente al televisor del salón, no faltaban nunca a la hora de los informativos.

         Por fin llegó la hora esperada.        Muy temprano llamaron al timbre.    Eran ellos,  D. Fernando y Ricardo.
      Juntos bajaron al portal.   Sin cruzar la calle, vieron como subían y anclaban,  un gran cartel luminoso que cubría toda la parte superior de la fachada:
---  ASESORÍA FINANCIERA  BAHAMAS  ---
          Los operarios quitaron los papeles que cubrían los cristales, pero los ojos de Samuel y Weza, no podían ver, ni aun habiendo cruzado la calle.       Era tal la emoción que el mar de lagrimas les impedía incluso respirar.
        Entraron al interior.  Dos mesas en forma de ola de colores azul y verde, eran suficiente para llenar todo el espacio.      Sobre ellas,  una pantalla de ordenador en su lado derecho.   Centrado, un gran portafolios.      Al lado izquierdo, una reproducción en miniatura del Bahamas con un nombre inscrito: Guzmán.   Y al lado, la placa de metal sobre una pequeña peana de madera labrada en la que se podían leer sus nombres y el cargo:
“director ejecutivo”
           Un archivador, sobre el que reposaba un ancla de cerámica, dormía junto a una columna.   Las paredes en blanco, totalmente vacías.   Tan solo un cuadro en la del fondo presidia el local.   Una ampliación en sepia.    Dos hombres jóvenes que se estrechaban la mano con el mar de fondo.   No les hizo falta preguntar quienes eran.   El parecido no se había distorsionado con los años.  Solo se acercaron y dijeron:    Gracias.
   D. Fernando, en silencio dejó las llaves sobre una mesa y se marcho junto a Ricardo dejándolos solos.
               No tenía derecho a romper aquel momento con palabras inútiles que a la vista estaba que sobraban.
            Samuel y Weza ni fueron a comer ese día, cuando volvieron por la tarde, allí seguían, sentados cada uno en su sillón, de espaldas a la mesa con el pequeño  Bahamas entre sus manos y mirando  aquella fotografía.
                .- buenas tardes
                 -los dos se giraron sobresaltados-
                     .- tranquilos que somos nosotros
.- gracias D. Fernando, de lo que recuerdo, creo que este ha sido el día más feliz de mi vida
               .- pues aún o hemos acabado, claro, que el resto seguro que ya no tiene comparación.
                      .- vamos a la calle
                .- tomar esto son vuestros carnet de conducir y ese es vuestro coche
               Allí aparcado, un todo terreno recién salido del concesionario les esperaba.
           .- vamos, a que esperáis para probarlo
.- ¿no la liaremos?
            .- nada, Ricardo va con vosotros
     .- ¿y usted?
           .- le tengo mucho aprecio a la vida, yo me vuelvo a casa con mi coche. Divertiros  y cuidado con beber
                  .- por eso no se preocupe
         .- os dejo en buenas manos pero cuidado no volváis muy tarde, mañana a primera hora estoy aquí.

Esa tarde/noche, Ricardo los llevó por todos los sitios de moda. Desde los locales donde los trabajadores tomaban unas cervezas con amigos  hasta esos lugares que solo la gente de alto standing se permitían el lujo de frecuentar.
Rozando el amanecer abrían la puerta para descansar un poco. A las diez en punto “como marcaba el cartelito”  la puerta del local debía estar abierta.



“34” Transición



            Después de desayunar,  abrían al público.
.- ¿y ahora qué?
      .- ahora a esperar a que entre algún cliente
.- si entra alguien lo atiendes tú
     .- tranquilo, que yo lo atiendo
.- ¿pero tú sabes de asesoramiento financiero?
     .- de toda la vida
-Samuel se quedó mirándolo con gesto de incredulidad-
      Con cara de aburrido se entretenía dibujando con un lápiz sobre un folio doblado a la mitad.
   Weza, atento a la pantalla del ordenador, demostrando interés y anotando datos.  Cosas sin sentido.   Vamos por hacer algo
.- ¿Qué haces?
        .- viendo los productos que más suben y bajan en la bolsa
.- bolsa… menuda bolsa estás tú echo
     .- nadie dice que trabajes, hombre, pero al menos que lo parezca
.- vale, voy a buscar algún restaurante con buena pinta en los alrededores la ciudad
        .- lo tuyo tiene guasa
.- solo es por si viene algún cliente y hay que llevarlo a comer  ¿O vas a ir con él al bar de la esquina?
           - En esto el jefe entraba por la puerta-
                .- ¿Cómo va la mañana?
.-bien, no damos abasto
             -en una carpeta un montón de papeles que iba sacando sobre la mesa-
           .- aquí está el registro y las altas de la empresa
            .- altas de la seguridad social
           .- cuenta bancaria y tarjetas de gastos de empresa
           .- cartillas personales con tarjetas de débito
     -guardadas las tarjetas en el bolso y los papeles en un cajón,  D. Fernando mostró otra carpeta-
           .- bueno.   Aquí tenéis una fotos de mis hijas y sus amigos, esta es Susana, la mayor  y esta Judit la pequeña.
.- anda, pero si esta pandilla son amigos nuestros
     .- claro los de la piscina
             -D. Fernando comenzó a reír sin poder parar-
             .- perdonar, pero –la risa no le permitía hablar-
.- ¿qué le pasa?
            .- lo siento, esperar
   .-tranquilo que le va a dar algo.  Samuel, marcha a por un botellín de agua al bar
           .- ya se me pasa, tranquilos, ya se pasa
.- anda qué… vaya risa más tonta le ha entrado
          -ya empezaba a respirar con  normalidad, pero al alzar la vista y mirarlos de frente, la risa volvió con más fuerza-
           .-uf, ya, ya, que mal
.- ¿pero que le ha pasado?
          .- ósea que vosotros sois esa parejita tan agradable
      .- ¿nosotros parejita?
          .- eso es lo que me dijeron, bueno sois famosos en todo el hotel
.- ya decía yo
     .- ¿ya decías tú qué?
.-nada, nada
     .- por eso nos miraban y se sonreían cada vez que nos saludaba alguien
.- anda que si supieran esto en el Bahamas
           .- vosotros veréis lo que hacéis.   Pero,  ya tenéis ganados a los amigos y amigas  de mis hijas, solo tenéis que seguirles el juego y saber dónde van y lo que hacen, para estar cerca y evitar que se metan en líos.
     -Samuel con acento sudamericano en el hablar, puso postura de modosito-
.- ay, mi amol, ya te veo vestidita de blanco
     .- como suelte la mano del revés, te voy a vestir yo a ti de monaguillo
             .- perdonar pero…    ¿Qué hicisteis para dar esa impresión a todo el mundo?
      .- que yo sepa nada
.- lo habrán descubierto en tu mirada
       .- a que te llevas un bofetón
               .- no te enfades, si es gracioso
      .- pues usted perdone, pero hace un rato que dejo de hacerme gracia el chiste
                        .-venga vale, que ya está bien
          .- a mi no me importa como lo hagáis o no, yo solo valoro los resultados





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