Una
tarde mientras estaban en el parque, pasados ya quince días, Jaime se rascó la
cabeza y sintió como en sus dedos se había quedado cabello atrapado.
Ya llevaban unos días que tanto su madre al
peinarlo como él, sin decir nada, se
habían dado cuenta, pero no en la calle.
No pudo disimilar su cara de susto.
Adry.- ¿Qué te pasa?
Jaime.- mira, cógeme el pelo
Inma.- pero ¿te estás poniendo
blanco? Voy a avisar a tu madre
-Adry miró su mano, estaba
llena de cabellos rubios-
Laura.- ¿Qué pasa? ¿Te estás
mareando?
Jaime.- no mamá, que se está
despegando el pelo sin remedio
-se tapó la cara con sus manos y se
puso a llorar-
Inma.- pero no llores por eso,
con pelo o sin él, sabes que puedes contar con nosotras.
Una
tremenda ira invadió su corazón, levantó la cabeza y contestó gritando:
Jaime.- ¡DEJARME EN PAZ! ¡SE OS
TENÍA QUE CAER A VOSOTRAS!
-Las dos se pusieron a llorar sin saber que
contestar-
Laura.- ¡TE PARECERÁ MUY BONITO!
¡Que nunca vuelva yo a oírte hablar así!
Jaime.- perdón, perdón, no sé lo
que me ha pasado
-Los cuatro se fundieron en un
abrazo arrodillados en el suelo-
Laura.- bueno mañana o pasado lo
veréis distinto, pero me gustaría que lo sigáis queriendo igual
Inma.- seguiremos siendo los
tres mosqueteros
Adry.- todos para uno y uno para
todos
-
Laura tras permanecer un rato sentada en el suelo pensativa, se levantó
y cogió de la mano a Jaime.
Laura.- nos vamos
Inma.- ¿se ha enfadado?
Laura.- no mi niña, tranquilas,
nos vamos a comprar una gorra chula
Adry.- ¿quiere que vayamos
nosotras? ¿Podíamos pedir permiso?
Laura.- no, vosotras ahora tenéis
que ir a casa a hacer los deberes.
Jaime.- hasta mañana y gracias
por perdonarme.
Adry.- pues hasta mañana
Inma.- que sea chula ¡eh!
Fueron hasta la tienda a
recoger a Ernesto y pedirle a D. Ramón que hoy saliese papá antes para hacer
unas compras. (Allí gorras modernas no tenían)
De allí a una tienda cercana
de deportes, para elegir lo más bonito que tuviesen; había mucho donde elegir y por comprar dos,
la señora de la tienda les regaló otra que tenía una “J” bordada sobre la
visera.
Llegaron al bar y al
momento apareció Claudio como todas las tardes.
Laura.- ¿te puedo pedir un favor
Raúl?
Raúl.- pues claro, lo que
quieras
Laura.- cierra el bar y vamos los
seis a mi casa
Claudio.- ¿pasa algo?
Laura.- nada que no tenga que
pasar
Ernesto.- la jefa siempre tiene
razón y lo que no tiene solución, mejor no hacerlo esperar
Cerraron y los seis en
silencio caminaron hasta allí.
En la cocina hablaron un rato (la pena, no
les haría no ver la realidad). Se
tiraron fotos abrazados entre ellos; poco a poco Laura iba asumiendo la
atrocidad que iba a realizar, pero juntos, apoyándose unos en los otros seguían
bromeando para que de vez en cuando
saliese una sonrisa de sus ojos llorosos.
Mientras el resto miraba a
Jaime sentado en la silla con una toalla cubriéndole la espalda, Laura se ponía
por detrás y cerraba los ojos con rabia mientras pegaba ese primer tijeretazo
en aquellos preciosos tirabuzones rubios.
La emoción escondida entre los puños
apretados hacía más fuerte la debilidad contenida; los trasquilones no tenían importancia en
aquella pequeña cabeza que ya empezaba a afeitar Ernesto con mucho cuidado.
Mientras, Claudio tenía sus
ojos puestos en los mechones que alfombraban el suelo; ondulaciones de color
oro que lo llevaban al mar de dudas del pasado.
Un espejo frente Jaime, le mostraba su nueva imagen y su
sonrisa iluminaba los azulejos de la cocina al probarse aquella gorra puesta
con la visera hacia atrás.
Estaba guapísimo, raro, pero guapísimo, un
paso más dado en ese camino, una batalla ganada con orgullo y valentía, un
antes y un después inmortalizado en sus mentes y en el rollo de película de
aquella simple cámara de fotos.
Esa noche se les olvidó que
había que cenar, sentados allí, contaron chistes e historias que poco tenían
que ver con el día a día, antes de irse a dormir y adentrarse en el mundo de
los sueños.
Al día siguiente Jaime
prefirió no ir al cole, tenía que interiorizar su nueva imagen, así que a las
cinco irían al bar y Laura se acercaría a por Inma y Adry al parque.
Pediría permisos a
sus abuelos para llevarlas un momento y
en secreto pasarían un ratito juntos.
-Al entrar y verlo-….
Adry.- ¿qué has hecho?
Inma.- la gorra está chula
Jaime.- cosas de mi madre
Inma.- ¿te la puedes quitar un
momento?
Jaime.- no sé
Adry.- venga, quítatela
-miró a su alrededor, nadie
más había en el bar, así que se la quitó-
Inma.- pues estás chulo
Adry.- se te ve distinto, pero
tampoco es como para no ir al parque ¿de qué te quieres esconder?
Jaime.- si no me quiero esconder,
pero me da vergüenza de que me miren todos
Inma.- tú sin prisas, que nosotras vamos a estar ahí y el resto para
qué, si nunca han estado.
Adry.- y el que mire, ya se
cansará o se acostumbrará y dejará de darle importancia.
Jaime.- bueno mañana voy o no a
clase, depende
Adry.- si quieres vas, si no te
apetece pues nos vemos en el parque y si no, pues que nos vaya a buscar tu
madre y venimos
Inma.- puedes copiar nuestros
deberes en tu cuaderno y los hacemos juntos
Jaime.- pues una buena idea, mis
padres tienen que ir a hablar con el maestro, para que sepa porqué falto a
clase
Inma.- a nosotras nos ha
preguntado, pero hemos dicho que no sabíamos nada
Adry.- así no podemos seguir, ni
que tú hubieses hecho algo malo
Inma.- tiene razón Adry, ¿porqué no vamos a jugar un poco al parque?
Jaime.- ¿y si me ve tu abuela?
Adry.- que venga tu madre con
nosotros y se lo explique
Inma.- y ¿si te ven los demás?
Jaime.- a mí los demás no me
importan, bueno sí, pero no quiero que tú dejes de jugar con nosotros
Inma.- Laura ¿podemos ir al
parque?
Laura.- claro
Inma.- pero tiene que hablar con
mi abuela, para que me deje jugar con Jaime
Laura.- tú tranquila que ya me
encargo yo de hablar con ella y hacerle entender, o lo intento
Inma.- sí porque es más rara
-cuando llegan todos los ojos
se clavan en Jaime, como si fuera un bicho raro-
Laura.- ni se te ocurra bajar la
cabeza o que se note que le das importancia a sus miradas
Adry.- vamos, la sonrisa en la
cara y adelante
Inma.- bufff, vaya cara está
poniendo mi abuela
Laura.- vosotros a vuestro sitio
de siempre, que ya me acerco yo
-las dos de pie (Laura y la
abuela de Inma) charlaban de lo que pasaba; poco a poco la cara de la abuela
parecía estar más conforme y asentía de vez en cuando a las explicaciones de
Laura-
- las dos se aproximaron a
los pequeños que estaban sentados en el suelo-
Laura.- bueno, todo arreglado
Abuela.- perdona hijo, pero los
viejos somos así.
Tenemos miedo de todo,
pero solo lo hacemos por nuestros pequeños.
Jaime.- gracias señora
Abuela.- ¿me dejas que te de un
beso?
-Jaime se puso de pie para
dárselo y tras él su nieta y Adry para abrazarla los tres-
Laura.- venga ahora a seguir con
las cosas de siempre y después aunque solo sea, una vuelta al parque.
No hay comentarios:
Publicar un comentario