sábado, 18 de marzo de 2023

Gorras en el armario 026

 

 

 


     Llegaba la segunda sesión y a Jaime aún no se le había pasado el cansancio de la primera.  En esas primeras tres semanas solo había faltado unos días a clase y las dos horas a la semana con Andrés le habían ayudado mucho, pero temía que a partir de ahora la cosa no iba a ir a mejor y la falta de fuerza le empezaría a pasar factura.

 

Laura.- ¿Qué haces tan pensativo?

Jaime.- nada

Laura.- ¿te apetece que lo hablemos?

Jaime.- no, mejor esperamos a que llegue papá

Laura.- me parece muy bien así estamos los tres; vamos poniendo la mesa que estará al llegar

Jaime.- vete poniéndola tú

Laura.- vale, que no piensas ayudarme

Jaime.- bueno vamos que te ayudo

      -Cuando entra Ernesto por la puerta, los dos sentados junto a la mesa recién puesta, están callados y se miran a los ojos-

Ernesto.- qué ¿os estáis confesando?

Laura.- te estábamos esperando para comer

Jaime.- siéntate que sirvo yo los platos

Laura.- yo pongo el agua

Jaime.- que no, que te sientes, que ya lo pongo yo

     -cuando ya está todo puesto y Jaime se sienta.   Laura espera a ver que les tiene que contar.     Ernesto empieza a comer y al alzar la vista nota que lo están mirando con asombro-

Ernesto.- ¿Qué pasa ahora?

Jaime.- que te estábamos esperando para hablar de una cosa

Ernesto.- y yo que sé, a mí nadie me ha dicho nada

Laura.- es que no te enteras

Ernesto.- claro, ahora me toca ser adivino

Jaime.- bueno da igual

Ernesto.- que no, que no da igual dime  ¿de qué quieres que hablemos? Hay cosas más importantes que el comer

Jaime.- pasado mañana cuando vaya al hospital me voy a quedar con la maestra y luego me vais a buscar a la hora de comer

Ernesto.- vale ¿por algo en especial?

Jaime.- lo mismo falto más a clase porque sigo cansado y después de la segunda no sé yo como andaré

Laura.- tú por eso no te preocupes

Ernesto.- tienes que ser fuerte, pero eso no quiere decir que si estás mal lo tengas que ocultar;    cada uno llega hasta donde puede.   Yo se que estos días has hecho un esfuerzo increíble, no nos has querido decir nada pero algunas veces tu cara lo decía todo

Jaime.- era por no preocuparos

Laura.- ¿no quedamos en que en esto estábamos juntos? Pues las cosas se dicen

Jaime.- pero yo quería seguir como siempre

Ernesto.- ya y yo quería un coche, pero no están los tiempos para eso

Laura.- a propósito del coche;   ¿te miró algo Claudio?

Jaime.- sí porque no habéis vuelto a decir nada

Ernesto.- miró varios, pero bueno, al final decidí dejarlo para otra ocasión

Laura.- y lo tienes su semana de vacaciones mirando para nada

Jaime.- y mamá que ya se había hecho ilusiones de tener coche

Ernesto.- yo sé lo que hacía, era una forma de tenerlo entretenido, que el aburrimiento es muy malo.  ¿Pero de verdad que tú estabas ilusionada?

Laura.- a mi me da igual

Jaime.- no mientas, lo hablaste con Patri y te hacía mucha ilusión

Laura.- ahora no podemos meternos en gastos

Ernesto.- ¿y por qué no lo dijiste?

Jaime.- papá, no te enteras de nada

Ernesto.- mañana mismo me pongo a mirar, pero uno pequeño y que no cueste mucho

Laura.- que no hagas el tonto

Jaime.- de que sí papá, mira que sonrisita se le ha puesto

Laura.- haz lo que quieras, pero a ver lo que compras que te conozco

Jaime.- tú míralos y luego escogemos mamá y yo

Ernesto.- ¿no os fiais de mí?

Laura.- bueno

Jaime.- eso quiere decir que como que no

Ernesto.- personas de poca fe

Laura.- más bien ninguna

         -Los dos se pusieron a reír de las caras que ponía Ernesto-

Ernesto.- voy a comer que esto ya está frío y tengo que volver al trabajo y tú o te das prisa o ya no vayas al cole esta tarde

Jaime.- no tenía ganas de ir, así hoy me echo la siesta

Laura.- yo también me voy a echar un rato hasta la hora de ir al parque

-         Ernesto se fue a trabajar y ellos sobre la cama recordaban aquel día en que fueron a la gran ciudad a ver a aquel doctor-

Jaime.- mamá ¿y si hacemos una cosa?

Laura.- dime

- Jaime le contó la idea a Laura, así que a las cinco menos cuarto se levantaron y fueron a buscar a sus inseparables amigas a la puerta del cole-

      -Laura habló con los abuelos y quedaron en que a las seis estarían de nuevo en el parque-

Adry.- ¿pero dónde vamos?

Laura.- es una sorpresa

Inma.- ¿está muy lejos?

Jaime.- no, a ver si tenemos suerte

Laura.- yo creo que sí

    -en la parte de atrás del colegio pararon junto a un portal y Laura llamo a un timbre-

Laura.- ahora callados

     -nadie contestaba, así que llamó a otro-

       .- ¿Quién es?

Laura.- buenas tardes ¿me podría abrir un momento?

        -tras un sonido, al empujar la puerta se abrió-

Laura.- no hagáis ruido ni os riais

Inma.- pero dónde vamos

Jaime.- calla, verás que cosa

    -al fondo del portal había una puerta de metal, Laura la abrió y los mandó entrar-

Adry.- yo ahí no entro, eso es muy pequeño

Jaime.- es un ascensor, yo monté en uno cuando fuimos al médico

Inma.- eso que nos contaste que subía y que bajaba

Jaime.- eso

Adry.- yo no sé, me da miedo

Jaime.- vamos que no pasa nada

Inma.- vamos Adry, pasa

Laura.- subimos al último y bajamos, pero solo una vez, que no nos pille ningún vecino

    -Inma y Adry cerraron los ojos y aguantaron la respiración hasta que aquello llevaba un poquito funcionando-

Jaime.- veis, si no pasa nada

     -cuando llegaron arriba, otra vez para abajo-

Jaime.- ¿podemos subir otra vez?

Inma.- ¡sí!

Laura.- no, otro día volvemos, tampoco hay que abusar

       -salieron sin ser vistos y aguantándose las risas hasta salir de nuevo a la calle-

       -en el camino de regreso al parque comentaban la experiencia, como si hubiesen hecho un viaje a la luna-

       - no se lo contarían a nadie (bueno a sus madres sí)

   Y otro día convencerían a Laura de volver a repetir.

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario