domingo, 9 de mayo de 2010

Ingrata vocación 3/3

Carta de Carmen
      Hace un rato, aprovechando que toda la familia ya está dormida, y que mañana es domingo, he decidido que era el momento de abrir la misteriosa carta, cuanto antes la lea, antes dejaré cerrado ese capítulo y el pasado quedará donde tiene que estar.

   Cuando la he cogido en las manos, parecía de terciopelo, es un sobre de los de antes, de esos que van forrados por dentro de papel azul, con cuidado lo he ido abriendo para no estropearlo, mi intención es guardarla más tarde o no, dependiendo de la importancia de su contenido, o si, aunque solo sea como un recuerdo, en un cajón seguro, es decir donde ha estado estos días, envuelta en un pañuelo para protegerla.

          Se han pasado casi dos horas, la he leído y releído con tranquilidad, intentando recordar el tono de su voz en cada frase, pero no he logrado conseguirlo, es una pena el no tener un escáner, su caligrafía es preciosa, con esa letra redondilla que aprendíamos de pequeños en el colegio, así que me tocará copiarla.



                                                      ............. a 14 de marzo de 1979


       Estimado amigo;
                          Lo primero es pedirte perdón, por dejar de ir a clase sin avisar, hace hoy ya un año.
                  En ese momento no me atreví, entiende que me sintiese avergonzada y al poco tiempo, conociéndote, sabía que cuando me vieras me ibas a echar la bronca por tonta; de acuerdo me la merezco, pero decidí seguir dejando pasar el tiempo.
           Entiendo que habría sido mejor no contarte nada, no tenía derecho a perturbar tu mente con una confesión tan dura, pero la confianza que me habías demostrado incluso haciéndome comentarios de tus inquietudes de juventud me hizo sincerarme, no te podía ocultar a ti quien era, necesitaba que me conocieras.
       Desde entonces quiero que sepas que cada tarde, toco aquel ejercicio que compusiste, en el que escribiste los números encima de las notas, para indicarme con que dedo debía de pulsar.
   Echo de menos tus clases, también te echo de menos a ti, tu sinceridad, tu amistad, ya que eres el único amigo que he tenido y tu eres muy joven, tienes toda una vida por delante, espero me entiendas, no pretendo atormentarte más de lo que lo hice aquel día, pero te confieso que tengo miedo a sentir algo que hoy no siento, pero no me puedo arriesgar, porque lo pasarías muy mal por mi culpa y eso no te lo mereces.
            Perdóname y recuérdame como a una alumna que sin ser demasiado lista, cada martes y jueves intentaba que te sintieses orgulloso, porque había aprendido un poco de lo que le intentabas enseñar.

   Estimado amigo, tan solo deseo de todo corazón que seas muy feliz, te lo mereces.
       Gracias por todo y adiós.

P.D. perdona que deje la carta en la tienda para que te la entreguen, es mejor así.

               Está claro que nunca se atrevió a llevarla y la tuvo guardada hasta ahora. Después de leer la carta, me he quedado pensando, reflexionando sobre ella, estaba bloqueado, pero ahora después de copiarla, me doy cuenta que me tenía que haber limitado a ser un profesor de música más, podía haber dejado fuera del “aula”, mi forma de ser agradable, tal vez demasiado personal, pero también pienso que gracias a mi empatía con ellos, muchos, la mayoría, aparte de música, aprendieron a respetar al profesor, que era su amigo, que les echaba la bronca, que cuando hacía falta se quedaba un rato más, para ayudarles en otras cosas, (matemáticas, lengua, problemillas diversos de la edad) aunque esto no fuera de mi incumbencia, pero ante todo los trataba y respetaba como personas, tuvieran la edad que tuvieran y como consecuencia, ella encontró un amigo que le ha durado toda la vida. En aquel sótano fui payaso, psicólogo, amigo, maestro, confidente, e incluso profesor de música, creo que gracias a ello, mis alumnos aún hoy me siguen apreciando y lo demuestran cada vez que alguno me ve muy de tarde en tarde.

       A ti Carmen, solo desearte que allí, donde te encuentres, hayas encontrado la felicidad junto a tu dios.    También te lo mereces.

1 comentario:

  1. Carlos, te saluda America Santiago. Al terminar de leer este capítulo, uno queda en profundo estado de meditación. Es más, es tanta la calidad y calidez de sentimientos volcados en esta historia, que uno se nutre de la naturaleza humana, aún siendo sólo participante lectora. Muy hermoso Carlos. Quedo conmovida y a la vez feliz de ser parte de tu vida como amigos virtuales, o mejor dicho, espirituales. Un gran abrazo y felicitaciones querido amigo ESCRITOR, POETA, MÚSICO, hombre de mil facetas de noble humanidad.

    ResponderEliminar