viernes, 28 de mayo de 2010

Mundos parelelos

       La temperatura era excelente, las verdes hojas de los arboles proporcionaban una sombra apetecible sobre los bancos, hasta ellos llegaba la música de una banda, que desde el templete situado en el centro del parque, interpretaba obras de concierto, mientras sus notas se distraían con la algarabía que formaban los niños en los columpios.
   Las madres, pasaban la tarde formando pequeños grupos, controlando a sus cochorros, al tiempo que recurrían a temas clásicos para hacerla más amena.
   Los abuelos, apoyando sus manos sobre un bastón, y casi siempre de dos en dos, contaban sus historias repetidas, mientras su mirada se perdía tras la silueta de alguna moza que pasaba por delante.
   Las parejas de novios, aprovechaban para cogerse las manos, y darse algún beso que otro, soñando con un futuro feliz en su relación, y observando con ternura lo que hacían aquellos pequeñajos, que algún día serian los suyos.
   Allá, al fondo, en la zona más fresquita, una pareja de ancianos, callados, dejando pasar la vida, con la mirada fija en ningún sitio y el pensamiento quien sabe donde.
    De repente un ruido seco, como el de un petardo, enmudeció el parque, luego un grito de auxilio y toda la gente comenzó a correr de un lado a otro; Las madres gritaban el nombre de sus hijos, los músicos salieron despavoridos, dejando sus instrumentos en el suelo, una voz gritó: .- pedid ayuda. Otra.- que no escape.
   A los pocos instantes, una ambulancia y un par de coches de la policía, cruzaban a toda prisa la explanada central; Al fondo junto a un árbol, un señor gritaba repetidamente.- No te acerques más. Al momento, otro ruido seco y el hombre del árbol, caía derrumbado en el suelo; Otra ambulancia, más policía, un rato de ajetreo y después la soledad invadía el recinto.
   Solo quedaban allí sentados, la pareja de ancianos, con su mirada y pensamiento en el mismo lugar. Los aspersores comenzaron a funcionar, y al percibir el olor a tierra mojada, se levantaron, y muy despacio, cogidos del brazo, se marcharon.

    A la mañana siguiente, en el comedor de su casa:
     .- Juan, mira, mira, que salimos en la tele.
 Según la noticia:    En la tarde de ayer un hombre le había quitado la vida a su compañera en el centro de la ciudad,  después ante la presión policial y ante la mirada de los testigos, se habría suicidado con el mismo arma.
    .- Ves Juan, con esa manía que te ha entrado de ir todas las tardes al parque a sentarnos, para una cosa que pasa aquí, nos la hemos perdido.   A partir de ahora todas las tardes a pasear.

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