Entraron a la cocina y sin necesidad de
pedirlo Carmen puso unos vasos sobre la mesa.
En la habitación seguía acostado
Luisito y sentada al lado, Milagros con sus libros leyendo en voz alta, tal vez a partir de ese día el chaval se
interesaría por los estudios o los aborrecería de por vida.
Carmen.-
muchas gracias por todo ¿le apetece un vino? Cerveza no tenemos
Forastero.-
mejor un café
Jesús.-
¡de ese no Carmen! uno que sea café, café. Nosotros aquí…
Forastero.-
da igual. Sintiese Carmen, que quiero
hablar con ustedes
Carmen.-
no me asuste
Forastero.-
¿Para cuánto les queda en la tierra de Nazario?
Jesús.-
el jornal ya se terminaba hoy, pero con esto de muchacho pues terminaremos de
recoger mañana a la mañana.
Forastero.-
estupendo
Carmen.-
¿estupendo? Pena de que hubiese durado algo más, en esta época del año está
todo parado y comer se come todos los días
Forastero.-
estén tranquilos, usted Carmen a cuidar del crío y tú, si puedo tutearte
Jesús.-
por favor
Forastero.-
pues bien, tú cuando acabéis, ya estás a jornal conmigo
Jesús.-
¿pero qué piensa hacer usted?
Forastero.-
te pagaré un jornal y medio al día, pero hay que trabajar duro
Carmen.-
me da que usted no sabe lo que es trabajar desde que sale el sol hasta que se
pone, con el lomo doblado por cuatro
perras
Forastero.-
entonces ¿estamos de acuerdo?
Jesús.-
venga esa mano. Carmen, dame dinero que vamos al bar un
momento
---Al bar entraba Jesús como remolino
de aire fresco—
Jesús.-
Paco pon aquí dos medios de ginebra que hoy pago yo
Paco.-
¿a qué ha sido hoy la partida que no se ha dejado ganar?
Forastero.-
si no te molesta yo prefiero una cerveza, esas bebidas no me sientan bien
Jesús.-
hoy se toma un medio conmigo
Paco.-
a ver si nos decidimos, medio o cerveza
Jesús.-
el que paga manda, así, que dos medios
Forastero.-
el mío no lo cargues mucho que me conozco
Más
tarde, cenando, les contó a Paco y al abuelo que había contratado a Jesús para
intentar descubrir de piedras aquella vieja cueva de vino.
Paco.-
eso es tirar el dinero, por lo que tengo entendido era muy pequeña y tenía
muchísima humedad, aunque eso lo sabrá mi padre yo siempre lo conocí como está ahora
Forastero.-
abuelo, ¿se imagina? Si se abre la cueva y se limpia aquello, irán de nuevo allí
a jugar los niños
---
el abuelo me mordió un poco el labio inferior, moviendo la cabeza, “no estás
más tonto porque no eres más grande”—
Forastero.-
pero a que es una buena idea
---el abuelo resopló y Paco se echó a
reír---
Paco.-
desde luego, yo no sé de donde sacas esas ideas, luego tendrás que ponerle una
puerta a la cueva, o quieres que también jueguen los niños dentro
Forastero.-
¡buena idea! y le pondremos una puerta
Paco.-
vamos a cenar y vete a dormir, que el
medio no te ha sentado bien.
A la mañana siguiente, esperaba a la puerta
de casa a ver pasar a Milagros para subir con ella al cementerio para charlar
un rato.
Forastero.-
¿qué tal está Luisito?
Milagros.-
muy bien, pero hoy se ha quedado en casa, mañana ya irá al cole
Forastero.-
es un muchacho fuerte
Milagros.-
¿pero que tenía? No le encuentro explicación a lo que pasó
Forastero.-
eso te lo explicaré quizás otro día, hoy quiero que me cuentes cosas de tu
bisabuelo
Milagros.-
no lo conocí
Forastero.-
pero tu abuela seguro que te contó cosas
Milagros.-
sí, ella me sentaba en su regazo y me decía que vino en un barco desde España y
contaba que al llegar se dedicó al oficio de cuidar animales y saber cuáles
eran sus enfermedades.
Cuando
se casaron, trabajaban y vivían en un rancho.
Luego se fueron a vivir al departamento de
San José y allí murió.
Forastero.-
pero le contaría cosas de España
Milagros.-
ella decía que cuando le preguntaba por
España, solo bajaba la cabeza y no decía palabra
Forastero.-
¿y cómo fue el venir tú aquí?
Mi
tío vino aquí a trabajar hace ya muchos años, la cosa le iba bien, se casó pero
no podían tener hijos. En mi
casa somos seis hermanos “yo soy la pequeña” y una vez que volvió a Uruguay
habló con mis padres. Yo tenía diez años, ellos pensaron que en
España tendría mejor futuro, así que me mandaron a vivir con ellos.
Forastero.-
¿y has vuelto a verlos?
Milagros.-
no, aún no, pero una vez al mes, siempre mi tía me hacía escribirles. Cerca de mi casa pusieron un teléfono público
hace un tiempo y ahora una vez al mes en
vez de escribirles los llamo por conferencia y hablo con ellos.
Forastero.-
¿pero piensas volver?
Milagros.-
si claro, una vez termine la carrera y encuentre trabajo comenzaré a ahorrar
para el pasaje. Estoy deseando volver a verlos y poderlos
abrazar
Forastero.-
tú eres lista, tranquila que todo se andará
Milagros.-
señor Juan ¿cómo sabía usted lo que le pasaba a Luisito?
Forastero.-
no me llames señor que somos amigos
Milagros.-
¿y cómo lo voy a llamar?
Forastero.-
qué manía de poner a los nombres títulos de grandeza, pues Juan
Milagros.-
me parece muy atrevido, si fuésemos de la misma edad…
Forastero.-
¿me estás llamando viejo?
Milagros.-
no, no,
---Juan se echo a reír---
Milagros.-
pero conteste, que se me va por las ramas
Forastero.-
la verdad, no sé que le pasaba; solo
estaba convencido de que tú, lo podías curar
Milagros.-
pero si yo no hice nada
Forastero.-
con tus friegas le devolviste a la vida;
lo viste, no tenía pulso y con tu
insistencia lo recobró
Milagros.-
pero eso, eso no es medicina
Forastero.-
no todo viene en los libros
Milagros.-
o sea, que no me piensa contar nada
Forastero.-
¿Quieres que te diga la verdad? Pues no, no te pienso contar nada, de momento; pero
no pierdas la esperanza
Milagros.-
este hombre, mira que se puede ser raro.
Y seguiremos leyendo al Forastero con sus conocimientos y humildad.
ResponderEliminarGraciñas por su atención
EliminarPoquito a poco, despacio, generando la trama
ResponderEliminarDe a poquitos... ja, ja,
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