sábado, 2 de julio de 2022

El forastero Cap. 11

 


 

                Entraron a la cocina y sin necesidad de pedirlo Carmen puso unos vasos sobre la mesa.    En la habitación seguía acostado Luisito y sentada al lado, Milagros con sus libros leyendo en voz alta,  tal vez a partir de ese día el chaval se interesaría por los estudios o los aborrecería de por vida.

Carmen.- muchas gracias por todo ¿le apetece un vino? Cerveza no tenemos

Forastero.- mejor un café

Jesús.- ¡de ese no Carmen! uno que sea café, café.   Nosotros aquí…

Forastero.- da igual.   Sintiese Carmen, que quiero hablar con ustedes

Carmen.- no me asuste

Forastero.- ¿Para cuánto les queda en la tierra de Nazario?

Jesús.- el jornal ya se terminaba hoy, pero con esto de muchacho pues terminaremos de recoger mañana a la mañana.

Forastero.- estupendo

Carmen.- ¿estupendo? Pena de que hubiese durado algo más, en esta época del año está todo parado y comer se come todos los días

Forastero.- estén tranquilos, usted Carmen a cuidar del crío y tú, si puedo tutearte

Jesús.- por favor

Forastero.- pues bien, tú cuando acabéis, ya estás a jornal conmigo

Jesús.- ¿pero qué piensa hacer usted?

Forastero.- te pagaré un jornal y medio al día, pero hay que trabajar duro

Carmen.- me da que usted no sabe lo que es trabajar desde que sale el sol hasta que se pone,  con el lomo doblado por cuatro perras

Forastero.- entonces ¿estamos de acuerdo?

Jesús.- venga esa mano.    Carmen, dame dinero que vamos al bar un momento

---Al bar entraba Jesús como remolino de aire fresco—

Jesús.- Paco pon aquí dos medios de ginebra que hoy pago yo

Paco.- ¿a qué ha sido hoy la partida que no se ha dejado ganar?

Forastero.- si no te molesta yo prefiero una cerveza, esas bebidas no me sientan bien

Jesús.- hoy se toma un medio conmigo

Paco.- a ver si nos decidimos, medio o cerveza

Jesús.- el que paga manda, así, que dos medios

Forastero.- el mío no lo cargues mucho que me conozco

 

     Más tarde, cenando, les contó a Paco y al abuelo que había contratado a Jesús para intentar descubrir de piedras aquella vieja cueva de vino.

Paco.- eso es tirar el dinero, por lo que tengo entendido era muy pequeña y tenía muchísima humedad, aunque eso lo sabrá mi padre yo siempre lo conocí  como está ahora

Forastero.- abuelo, ¿se imagina? Si se abre la cueva y se limpia aquello, irán de nuevo allí a jugar los niños

   --- el abuelo me mordió un poco el labio inferior, moviendo la cabeza, “no estás más tonto porque no eres más grande”—

Forastero.- pero a que es una buena idea

---el abuelo resopló y Paco se echó a reír---

Paco.- desde luego, yo no sé de donde sacas esas ideas, luego tendrás que ponerle una puerta a la cueva, o quieres que también jueguen los niños dentro

Forastero.- ¡buena idea! y le pondremos una puerta

Paco.- vamos a cenar y vete a dormir,  que el medio no te ha sentado bien.

 

             A la mañana siguiente, esperaba a la puerta de casa a ver pasar a Milagros para subir con ella al cementerio para charlar un rato.

Forastero.- ¿qué tal está Luisito?

Milagros.- muy bien, pero hoy se ha quedado en casa, mañana ya irá al cole

Forastero.- es un muchacho fuerte

Milagros.- ¿pero que tenía? No le encuentro explicación a lo que pasó

Forastero.- eso te lo explicaré quizás  otro día,  hoy quiero que me cuentes cosas de tu bisabuelo

Milagros.- no lo conocí

Forastero.- pero tu abuela seguro que te contó cosas

Milagros.- sí, ella me sentaba en su regazo y me decía que vino en un barco desde España y contaba que al llegar se dedicó al oficio de cuidar animales y saber cuáles eran sus enfermedades.

     Cuando se casaron, trabajaban y vivían en un rancho.

   Luego se fueron a vivir al departamento de San José y allí murió.

Forastero.- pero le contaría cosas de España

Milagros.- ella decía que cuando le preguntaba por  España, solo bajaba la cabeza y no decía palabra

Forastero.- ¿y cómo fue el venir tú aquí?

 

      Mi tío vino aquí a trabajar hace ya muchos años, la cosa le iba bien, se casó pero no podían tener hijos.     En mi casa somos seis hermanos “yo soy la pequeña” y una vez que volvió a Uruguay habló con mis padres.   Yo tenía diez años, ellos pensaron que en España tendría mejor futuro, así que me mandaron a vivir con ellos.

Forastero.- ¿y has vuelto a verlos?

Milagros.- no, aún no, pero una vez al mes, siempre mi tía me hacía escribirles.  Cerca de mi casa pusieron un teléfono público hace un tiempo  y ahora una vez al mes en vez de escribirles los llamo por conferencia y hablo con ellos.

Forastero.- ¿pero piensas volver?

Milagros.- si claro, una vez termine la carrera y encuentre trabajo comenzaré a ahorrar para el pasaje.   Estoy deseando volver a verlos y poderlos abrazar

Forastero.- tú eres lista, tranquila que todo se andará

Milagros.- señor Juan ¿cómo sabía usted lo que le pasaba a Luisito?

Forastero.- no me llames señor que somos amigos

Milagros.- ¿y cómo lo voy a llamar?

Forastero.- qué manía de poner a los nombres títulos de grandeza, pues Juan

Milagros.- me parece muy atrevido, si fuésemos de la misma edad…

Forastero.- ¿me estás llamando viejo?

Milagros.- no, no,

---Juan se echo a reír---

Milagros.- pero conteste, que se me va por las ramas

Forastero.- la verdad, no sé que le pasaba;  solo estaba convencido de que tú, lo podías curar

Milagros.- pero si yo no hice nada

Forastero.- con tus friegas le devolviste a la vida;    lo viste, no tenía pulso y con tu insistencia lo recobró

Milagros.- pero eso, eso no es medicina

Forastero.- no todo viene en los libros

Milagros.- o sea, que no me piensa contar nada

Forastero.- ¿Quieres que te diga la verdad? Pues no, no te pienso contar nada, de momento;    pero no pierdas la esperanza

Milagros.- este hombre, mira que se puede ser raro.

 


4 comentarios:

  1. Y seguiremos leyendo al Forastero con sus conocimientos y humildad.

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  2. Poquito a poco, despacio, generando la trama

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