lunes, 18 de julio de 2022

El Regreso Cap. 03

 




 

    Rubén Llegó a la puerta de urgencias, haciendo sonar el claxon.     Enseguida aparecieron los sanitarios con la camilla.    Lo pasaron para dentro y a los pocos minutos, activado todo el protocolo de herida de bala, llagaba la policía a tomarle declaración de donde había sucedido el percance.

            Don Alejandro movió sus hilos.      La chaqueta ensangrentada apareció tirada en el suelo del despacho de Alex,  que tras el incidente había desaparecido. 

         Se lo llevaron a quirófano para extraerle las balas.  Cuando salió de recuperación pusieron un policía para custodiarlo hasta que se le pudiese tomar declaración y claro fueron a poner Justo al encargado de indicarle las instrucciones de donde y como había sido.          Rubén toda la noche sentado en la sala de espera.  En parte se sentía culpable, si hubiese llegado antes, tal vez lo podría haber cubierto de alguna manera. 

   Pensaba y pensaba, como hacerle pagar a la dichosa subinspectora la muerte de aquellos dos que eran sus compañeros.  Hasta que llegando el amanecer sus ojos empezaron a cerrársele.

       Lo estaba soñando o era real.        Por la puerta vio pasar a una persona que le resultaba familiar;  se frotó los ojos, pero no llegó a alcanzar su vista nada más que para ver una mujer de espaldas con la melena larga y moreno cruzando las puertas del control.

    Por un momento pensó:    y si es la subinspectora que viene a rematarlo.

             Corrió pasillo adelante.    En la puerta un policía haciendo guardia y tras los cristales Roberto en la cama que empezaba a despertarse.

 

Policía.- lo siento pero aquí no puede estar

Rubén.- ¿no puedo verlo desde aquí?

Policía.- lo siento, tengo que llamar a mi superior para que venga a tomarle declaración

          El policía antes de nada, entró y bajo las persianas del habitáculo para hablar con él a solas y sin ser visto.

       Al momento volvió a salir para hacer la llamada.

Rubén.- perdone,  quien el superior que viene a tomarle declaración

Policía.- no sé, creo que está de guardia la subinspectora Virginia

      -- Rubén llamó inmediatamente a don Alejandro—

Alejandro.- tranquilo, todo está controlado

Rubén.- pero fue ella

Alejandro.- Roberto fue un daño colateral, nunca debió de meterse en lo que no debía

Rubén.- ¿un daño colateral?

Alejandro.- y tú tampoco deberías saberlo, así que no sabes nada

Rubén.- ya hablaremos

Alejandro.- no hay nada que hablar; por cierto ¿lo otro está arreglado?

Rubén.- pregúntele a ella, me siguió durante un rato.

        --Don Alejandro prefirió colgar el teléfono--

                  Rubén esperó a ver llegar a la subinspectora, quería conocerla sin casco.  Al pasar delante de él ni la miró de frente para no levantar sospechas.

 

     Después se fue al piso a ver a Alex y llevarle comida ahora estaba seguro que no lo seguiría, pero ya no se podía fiar de nada ni de nadie, por lo que hizo unas cuantas cosas antes.

 

Rubén.- que tal has pasado la noche

Alex.- estoy molido ¿Cómo está mi familia?

Rubén.- bien.       Te voy a desatar, pero no puedes ni asomarte a la ventana.    Te he traído comida y aquí estarás seguro.   Anoche dispararon a Roberto

Alex.- ¿está bien?

Rubén.- sí, pero la policía te está buscando, porque tú eres el que le disparó

Alex.- ¿Cómo?  ¿yo?

Rubén.- Si tú, o sea que ahora ya tienes más personas que van a por ti, así que por tu bien ni te asomes a la ventana

Alex.- la señora del casco vino y me obligó a decirle donde era la entrega, ella ya lo sabía, pero quería que lo dijese yo para grabarlo o desaparecería en el fondo del río.

Rubén.- con que ella sabía el sitio y la hora, pero no sabía de dónde había salido el soplo, por eso vigila a todo el mundo.

Alex.- ¿Qué dices?

Rubén.- nada, no te preocupes, en unos días os llevaré a ti y tu familia a otra ciudad y comenzareis una nueva vida, pero piensa que ahora estáis en mucho peligro, si se te ocurriese salir, cualquier movimiento o ir a verlas, os acribillarían sin preguntar.   Los muertos no hablan.

Alex.- ¿por qué haces esto?

Rubén.- porque sé que tú, no fuiste el soplón.   Aquí te dejo la nevera llena, no des las luces y no salgas de la habitación, al menos dormirás en un colchón.

 

      Volvió al hospital, Roberto estaba sedado, el policía permanecía en la puerta y tenía prohibidas las visitas de momento.  ¿Qué habría dicho en su declaración?   Si no coincidía lo dicho con su versión, los dos se verían en serios problemas.

 

         Se iría a su despacho a descansar. Tenía que poner su mente en orden.

                          Nada más entrar:

             .- perdone señor Rubén, ha dicho don Alejandro que en cuanto que llegase subiera a verlo

    

Rubén.- se puede don Alejandro

Alejandro.- pasa

Rubén.- ¿cómo que un daño colateral? Roberto lleva con usted toda la vida

Alejandro.-  te tengo un gran aprecio, aunque siempre hayas sido el que me has llevado la contraria, pero en este negocio las cosas no son tan sencillas

Rubén.- esa señora, me las va a pagar y usted no lo va a impedir

Alejandro.- cálmate, en los disparos Roberto estaba en medio, no era el objetivo.    Piénsalo, se aproximaba por tu espalda. Le habría sido muy sencillo eliminarte a ti el primero.      Ella hace su trabajo y tú debes de ocupar el puesto de Roberto y hacer el tuyo.

Rubén.- a no, eso sí que no.

Alejandro.- tú harás lo que tengas que hacer

Rubén.- y si no, qué. 

Alejandro.- no voy a tomar en cuenta tus palabras, estás demasiado alterado hoy

Rubén.- no aprobaría nunca mi forma de hacer las cosas

Alejandro.- creo que no, pero mira, te voy a dar un mes, para demostrarme que las cosas pueden funcionar así como tú piensas.

Rubén.- hay que cambiar muchas cosas     

Alejandro.- cuidado, te crearas muchos enemigos y no me gustaría ir a tu funeral

       

               Rubén salió del despacho para ir de nuevo al hospital a ver si ya podía ver a Roberto.     Aunque el vigilante seguía en la puerta por seguridad ya podía recibir visitas.

 

Rubén.- qué tal estás

Roberto.- ¿Quién fue?

Rubén.- nadie, ahora tienes que recuperarte

Roberto.- ¿arreglaste a Alex? ¿Qué es eso de que él fue quien me disparó en su despacho?

Rubén.- tú descansa, don Alejandro ya dijo que podía hacerme cargo de todo y van a cambiar muchas cosas

Roberto.- o sea, que ahora eres tú su mano derecha

Rubén.- no, solo un mes

--con esas palabras sin ninguna intención, Rubén había creado su peor enemigo—

 

      Comenzó a dar las primeras órdenes sobre el trato que a partir de ese momento se daría a las chicas.

   Cambios casi inapreciables (había que ir paso a paso) comenzando por adecentar aquellas pocilgas donde les tocaba vivir.

         Don Alejandro sabía que el recorrido de aquello no podía llegar muy lejos, pero últimamente la codicia de Roberto estaba llegando a puntos inadmisibles.  Desde su ventana, él se dedicaría a observar.

 

    Rubén, seguía yendo todos los días a visitar a Roberto para animarlo y contarle cambios que estaba haciendo en su ausencia.      --¿Cómo podía tolerar esas cosas don Alejandro?-Roberto pensaba que ya estaba recuperado, pero aún así los doctores se negaban a darle el alta.

    Algo se estaba tramando a sus espaldas, un policía en la puerta seguía allí de continuo impidiéndole moverse incluso al pasillo a la máquina de café. La subinspectora todas las mañanas entraba para preguntarle por lo que sucedió aquel día y él siempre daba la misma respuesta, aunque ella le intentase sonsacar una versión diferente.

 

Roberto.- oye Rubén, ¿tú sabes algo? La subinspectora creo que sabe más de lo que dice y nos quiere cargar algún delito

Rubén.- solo tú y yo sabemos lo que pasó y Alex ya no va a aparecer

Roberto.- bueno, tú, yo y quién disparó

Rubén.- ¿pero quién disparó?

Roberto.- solo tú pudiste ver quién fue, yo no recuerdo nada

Rubén.- yo no pude reconocerlo, pero ya saldrás de aquí y averiguaremos su identidad

--cada vez Roberto tenía más claro que lo querían dejar fuera de servicio—

 

    Cuando esa mañana Rubén salía por urgencias en el pasillo se armaba un revuelo de carreras y voces.

            Una niña que acababa de ser ingresada se había intentado suicidar allí mismo, en el box, de nuevo tras que su intento en casa fuese fallido.      Alhaba entró al box con los enfermeros (con el revuelo nadie le dio más importancia) de pronto se tranquilizó, de todas formas tras curarle las heridas, amarraron con unas vendas sus brazos a las barandillas de la cama y se marcharon.

     Él estaba allí quieto como si nadie lo hubiera visto. 

     Qué pena de niña, estaba en los huesos, sus grandes ojos no tenían carne que envolviesen sus orbitas y sus costillas parecían salírsele del pecho.

           Alguien se aproximaba, no sabía qué hacer por lo que decidió quedarse allí quieto de pie junto a la cama, mientras que tras las cortinas una discusión subida de tono,  se hacía cada vez más encarnizada.

 .- ¿ustedes son los padres de esta niña?

            .- sí ¿qué tal está?  --preguntó la madre—

.- ¿no les da vergüenza? --Dijo la doctora—

         .- oiga sin faltar al respeto  -- replico el padre—

.- respeto, una palabra que ustedes no conocen, su hija va a ser ingresada en psiquiatría y no se admiten visitas y menos de ustedes

        .- vamos a ponerle una denuncia ahora mismo, que se va a enterar

.- están tardando; y que no se les olvide mencionarlo, soy la doctora Méndez

-- Abrió las cortinas para ver y hablar con la pequeña—

Doctora.-  Qué hace usted aquí ¡Salga inmediatamente!

                Rubén se quedó paralizado, mientras la niña se esforzaba por coger su mano.

Doctora.- ¡seguridad!

Rubén.-  no por favor, déjeme que le explique

Doctora.- ¿Qué hace aquí?

                  Alhaba, cogió la mano de la niña y esta sonrió agradecida.      La doctora esperaba alguna explicación, mientras él no podía dejar de mirarle a los ojos.

Rubén.- que alegría de verte Milagros, cuánto tiempo

Doctora.- ¿Cómo sabe mi nombre? ¡Seguridad!

Rubén.- ya me voy, tranquila, espero pronto podamos hablar, le tengo que contar muchas cosas.

 

 

 


 

 

 

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