Rubén Llegó a la puerta de urgencias, haciendo
sonar el claxon. Enseguida aparecieron los sanitarios con la
camilla. Lo pasaron para dentro y a los pocos minutos,
activado todo el protocolo de herida de bala, llagaba la policía a tomarle
declaración de donde había sucedido el percance.
Don Alejandro movió sus hilos. La chaqueta ensangrentada apareció tirada
en el suelo del despacho de Alex, que
tras el incidente había desaparecido.
Se lo llevaron a
quirófano para extraerle las balas. Cuando
salió de recuperación pusieron un policía para custodiarlo hasta que se le
pudiese tomar declaración y claro fueron a poner Justo al encargado de indicarle
las instrucciones de donde y como había sido. Rubén toda la noche sentado en la sala
de espera. En parte se sentía culpable,
si hubiese llegado antes, tal vez lo podría haber cubierto de alguna
manera.
Pensaba y pensaba, como hacerle pagar a la dichosa subinspectora la
muerte de aquellos dos que eran sus compañeros.
Hasta que llegando el amanecer sus ojos empezaron a cerrársele.
Lo estaba soñando o era
real. Por
la puerta vio pasar a una persona que le resultaba familiar; se frotó los ojos, pero no llegó a alcanzar
su vista nada más que para ver una mujer de espaldas con la melena larga y
moreno cruzando las puertas del control.
Por un momento pensó: y si es la subinspectora que viene a
rematarlo.
Corrió pasillo adelante. En la puerta un policía haciendo guardia y
tras los cristales Roberto en la cama que empezaba a despertarse.
Policía.- lo siento pero aquí no
puede estar
Rubén.- ¿no puedo verlo desde
aquí?
Policía.- lo siento, tengo que
llamar a mi superior para que venga a tomarle declaración
El policía antes de
nada, entró y bajo las persianas del habitáculo para hablar con él a solas y
sin ser visto.
Al momento volvió a salir
para hacer la llamada.
Rubén.- perdone, quien el superior que viene a tomarle
declaración
Policía.- no sé, creo que está de
guardia la subinspectora Virginia
-- Rubén llamó
inmediatamente a don Alejandro—
Alejandro.- tranquilo, todo está
controlado
Rubén.- pero fue ella
Alejandro.- Roberto fue un daño
colateral, nunca debió de meterse en lo que no debía
Rubén.- ¿un daño colateral?
Alejandro.- y tú tampoco deberías
saberlo, así que no sabes nada
Rubén.- ya hablaremos
Alejandro.- no hay nada que hablar;
por cierto ¿lo otro está arreglado?
Rubén.- pregúntele a ella, me
siguió durante un rato.
--Don Alejandro prefirió
colgar el teléfono--
Rubén esperó a ver llegar a la
subinspectora, quería conocerla sin casco.
Al pasar delante de él ni la miró de frente para no levantar sospechas.
Después se fue al piso a ver a Alex y
llevarle comida ahora estaba seguro que no lo seguiría, pero ya no se podía
fiar de nada ni de nadie, por lo que hizo unas cuantas cosas antes.
Rubén.- que tal has pasado la
noche
Alex.- estoy molido ¿Cómo está
mi familia?
Rubén.- bien. Te
voy a desatar, pero no puedes ni asomarte a la ventana. Te he traído comida y aquí estarás
seguro. Anoche dispararon a Roberto
Alex.- ¿está bien?
Rubén.- sí, pero la policía te
está buscando, porque tú eres el que le disparó
Alex.- ¿Cómo? ¿yo?
Rubén.- Si tú, o sea que ahora ya
tienes más personas que van a por ti, así que por tu bien ni te asomes a la
ventana
Alex.- la señora del casco vino
y me obligó a decirle donde era la entrega, ella ya lo sabía, pero quería que
lo dijese yo para grabarlo o desaparecería en el fondo del río.
Rubén.- con que ella sabía el
sitio y la hora, pero no sabía de dónde había salido el soplo, por eso vigila a
todo el mundo.
Alex.- ¿Qué dices?
Rubén.- nada, no te preocupes, en
unos días os llevaré a ti y tu familia a otra ciudad y comenzareis una nueva vida,
pero piensa que ahora estáis en mucho peligro, si se te ocurriese salir, cualquier
movimiento o ir a verlas, os acribillarían sin preguntar. Los
muertos no hablan.
Alex.- ¿por qué haces esto?
Rubén.- porque sé que tú, no
fuiste el soplón. Aquí te dejo la
nevera llena, no des las luces y no salgas de la habitación, al menos dormirás
en un colchón.
Volvió al hospital, Roberto estaba sedado,
el policía permanecía en la puerta y tenía prohibidas las visitas de momento. ¿Qué habría dicho en su declaración? Si no
coincidía lo dicho con su versión, los dos se verían en serios problemas.
Se iría a su despacho a
descansar. Tenía que poner su mente en orden.
Nada
más entrar:
.-
perdone señor Rubén, ha dicho don Alejandro que en cuanto que llegase subiera a
verlo
Rubén.- se puede don Alejandro
Alejandro.- pasa
Rubén.- ¿cómo que un daño
colateral? Roberto lleva con usted toda la vida
Alejandro.- te tengo un gran aprecio, aunque siempre
hayas sido el que me has llevado la contraria, pero en este negocio las cosas
no son tan sencillas
Rubén.- esa señora, me las va a
pagar y usted no lo va a impedir
Alejandro.- cálmate, en los disparos
Roberto estaba en medio, no era el objetivo. Piénsalo,
se aproximaba por tu espalda. Le habría sido muy sencillo eliminarte a ti el
primero. Ella
hace su trabajo y tú debes de ocupar el puesto de Roberto y hacer el tuyo.
Rubén.- a no, eso sí que no.
Alejandro.- tú harás lo que tengas
que hacer
Rubén.- y si no, qué.
Alejandro.- no voy a tomar en cuenta tus
palabras, estás demasiado alterado hoy
Rubén.- no aprobaría nunca mi
forma de hacer las cosas
Alejandro.- creo que no, pero mira, te
voy a dar un mes, para demostrarme que las cosas pueden funcionar así como tú
piensas.
Rubén.- hay que cambiar muchas
cosas
Alejandro.- cuidado, te crearas
muchos enemigos y no me gustaría ir a tu funeral
Rubén salió del despacho para ir de nuevo
al hospital a ver si ya podía ver a Roberto.
Aunque el vigilante seguía en la puerta por seguridad ya podía recibir
visitas.
Rubén.- qué tal estás
Roberto.- ¿Quién fue?
Rubén.- nadie, ahora tienes que
recuperarte
Roberto.- ¿arreglaste a Alex? ¿Qué
es eso de que él fue quien me disparó en su despacho?
Rubén.- tú descansa, don
Alejandro ya dijo que podía hacerme cargo de todo y van a cambiar muchas cosas
Roberto.- o sea, que ahora eres tú
su mano derecha
Rubén.- no, solo un mes
--con esas palabras sin ninguna intención, Rubén había creado su peor
enemigo—
Comenzó a dar las primeras
órdenes sobre el trato que a partir de ese momento se daría a las chicas.
Cambios casi inapreciables (había que ir paso
a paso) comenzando por adecentar aquellas pocilgas donde les tocaba vivir.
Don Alejandro sabía que el recorrido de
aquello no podía llegar muy lejos, pero últimamente la codicia de Roberto
estaba llegando a puntos inadmisibles. Desde
su ventana, él se dedicaría a observar.
Rubén, seguía yendo todos los
días a visitar a Roberto para animarlo y contarle cambios que estaba haciendo
en su ausencia. --¿Cómo podía tolerar esas cosas don Alejandro?-Roberto
pensaba que ya estaba recuperado, pero aún así los doctores se negaban a darle
el alta.
Algo se estaba tramando a sus
espaldas, un policía en la puerta seguía allí de continuo impidiéndole moverse incluso
al pasillo a la máquina de café. La subinspectora todas las mañanas entraba
para preguntarle por lo que sucedió aquel día y él siempre daba la misma
respuesta, aunque ella le intentase sonsacar una versión diferente.
Roberto.- oye Rubén, ¿tú sabes
algo? La subinspectora creo que sabe más de lo que dice y nos quiere cargar
algún delito
Rubén.- solo tú y yo sabemos lo
que pasó y Alex ya no va a aparecer
Roberto.- bueno, tú, yo y quién
disparó
Rubén.- ¿pero quién disparó?
Roberto.- solo tú pudiste ver quién
fue, yo no recuerdo nada
Rubén.- yo no pude reconocerlo,
pero ya saldrás de aquí y averiguaremos su identidad
--cada vez Roberto tenía más claro que lo querían dejar fuera de
servicio—
Cuando esa mañana Rubén salía
por urgencias en el pasillo se armaba un revuelo de carreras y voces.
Una niña que acababa de ser ingresada se
había intentado suicidar allí mismo, en el box, de nuevo tras que su intento en
casa fuese fallido. Alhaba entró al
box con los enfermeros (con el revuelo nadie le dio más importancia) de pronto
se tranquilizó, de todas formas tras curarle las heridas, amarraron con unas
vendas sus brazos a las barandillas de la cama y se marcharon.
Él estaba allí quieto como si nadie lo hubiera
visto.
Qué pena de niña, estaba en
los huesos, sus grandes ojos no tenían carne que envolviesen sus orbitas y sus
costillas parecían salírsele del pecho.
Alguien se aproximaba, no sabía qué hacer
por lo que decidió quedarse allí quieto de pie junto a la cama, mientras que
tras las cortinas una discusión subida de tono, se hacía cada vez más encarnizada.
.- ¿ustedes son los padres de
esta niña?
.- sí ¿qué tal
está? --preguntó la madre—
.- ¿no les da vergüenza? --Dijo la doctora—
.- oiga sin faltar al
respeto -- replico el padre—
.- respeto, una palabra que ustedes no conocen, su hija va a ser
ingresada en psiquiatría y no se admiten visitas y menos de ustedes
.- vamos a ponerle una
denuncia ahora mismo, que se va a enterar
.- están tardando; y que no se les olvide mencionarlo, soy la doctora
Méndez
-- Abrió las cortinas para ver y hablar con la pequeña—
Doctora.- Qué hace usted aquí ¡Salga inmediatamente!
Rubén se quedó paralizado, mientras la niña
se esforzaba por coger su mano.
Doctora.- ¡seguridad!
Rubén.- no por favor, déjeme que le explique
Doctora.- ¿Qué hace aquí?
Alhaba, cogió la mano de la niña y esta
sonrió agradecida. La doctora esperaba alguna explicación,
mientras él no podía dejar de mirarle a los ojos.
Rubén.- que alegría de verte
Milagros, cuánto tiempo
Doctora.- ¿Cómo sabe mi nombre?
¡Seguridad!
Rubén.- ya me voy, tranquila,
espero pronto podamos hablar, le tengo que contar muchas cosas.
Uyyy esta historia me engancha cada vez más
ResponderEliminar.ojitos.
Esa es la intención
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