lunes, 4 de julio de 2022

El Forastero Cap. 12

 


 

    En el paseo de por la tarde Paco había quedado en el bar, había más jaleo y a la hora del café no podía cerrar.    Juan y Milagros seguían hablando del bisabuelo y de ungüentos raros que hacía para curar a los animales con plantas que el mismo sembraba.

   -Los dos se miraron sonriendo-   En sus sillas, callados, aquellos de nuevo “jovenzuelos” iban cogidos de la mano, mirando al frente.

-- a saber que recuerdos les traía aquel paseo--

             Una pareja se acercaba, eran Jesús y su mujer, que ya habían terminado de recoger  lo que el día anterior  quedó de cualquier manera.

Carmen.- muy buena tarde don Juan y señorita Milagros

Forastero.- te das cuenta, esta gente no tiene remedio

Jesús.- pues ya hemos terminado en la tierra de doña Sagrario, usted dirá que hay que hacer y cuando empezamos

--- el señor Cosme que sabía de sus intenciones se empezó a reír—

Forastero.- mañana a primera hora en mi casa y si me volvéis a llamar señor o don, quedas despedido

Carmen.- pues al amanecer estamos allí, que ahora vamos a casa a ver qué tal pasó el día el muchacho

Milagros.- al medio día me mando doña Sagrario a buscarlo, ha comido con nosotros en casa y luego se bajó, que tenía que hacer deberes

Jesús.- ¿a hacer los deberes?   Este niño no está bien, vamos Carmen no sea que le pase algo

 

                 A la mañana siguiente cuando empezaba a clarear, Jesús junto a Carmen llamaban a la puerta del forastero

Forastero.- ¿pero donde vais tan temprano?

Jesús.- a trabajar

Forastero.- bueno entrar, esperaremos a Anselmo que traiga la leche, desayunamos y luego vamos a lo que he pensado

---Según entraron, Carmen se echo las manos a la cabeza---

Carmen.- ¿Pero qué es esto? Si está todo manga por hombro;    ainsss que desastre de hombres.

    En lo que llagaba la leche, se hervía y preparaban  el desayuno Carmen se dedicó a retirar trastes que iba tirando sin miramientos por la ventana del patio

Forastero.- que me vas a dejar sin nada

Carmen.- ¿sin nada?    Sin huesos te tenía que dejar

Forastero.- bueno ahora a trabajar.    Entre los dos vamos a quitar las pierdas de la cueva de la llorona

Jesús.- ¿entre los dos solos?

Forastero.- sí, tú y yo

Jesús.- ¿Y con esa ropa piensas ir a trabajar?   Vamos por mi casa y te dejo ropa mía para trabajo, me parece una tontería lo que piensas hacer, pero por lo menos no jodas la ropa nueva.

 

-Ya en la llorona se pusieron los tres a retirar las primeras piedras.

Carmen.- quieto, quieto  –gritó desesperada—  Este hombre se nos rompe a la mitad en el segundo intento. ¡Quita de ahí! Vaya forma de coger las piedras, mira aprende.

--- Jesús miraba sin decir nada que pudiese ofender---

Forastero.- que esa piedra en muy grande, Carmen que te vas hacer daño

Carmen.- ¿daño? Estos de la capital.     Mira, me voy a ir porque me estoy poniendo del hígado.   Dame las llaves de tu casa y mañana pasas por la tienda a pagar, que voy a necesitar una caja de botellas de lejía para dejar aquello decente.     Hombres...

 

Forastero.- Menudo genio tiene tu mujer

Jesús.- no te moleste pero tiene razón, tú has trabajado poco y menos quitando piedras

Forastero.- poco no, nunca

Jesús.- pues habrá que echar la mañana enseñándote, si no quieres mancarte y estar unos días en cama

-- Llegó el medio día—

Forastero.- bueno es hora de ir a comer, luego doy el paseo a los abuelos y ya volvemos

Jesús.- ah, pero que dejamos de trabajar para comer en casa y luego nos echamos la siesta y ya de puestos nos tomamos un café y jugamos una partida antes de volver a echar un vistazo y dejarlo para el día siguiente,  porque ya, se nos hace de noche.

Forastero.- que dices…

Jesús.- ¿tu cuanto tiempo quieres estemos para abrir esta cueva un año o dos?

Forastero.- no sé    ¿pero tanto vamos a tardar?

Jesús.- los dos solos y con tus horarios, dos años o tres, depende de los días que llueva

Forastero.- bueno, bueno, entonces no se come

Jesús.- buffff, déjalo, vete a comer que yo mi comida ya me la traje en el talego

Forastero.- ¿y te quedas tú solo?

Jesús.- yo creo que voy a estar mejor;   marcha porque será la única manera de que esto avance

 

        Llegó al bar con la ropa de trabajo y les explicó todo lo ocurrido, de cómo se había puesto Carmen hecha una fiera porque le dijo que no cogiese una piedra que era grande, que cuando dijo de que volvían al tajo después del paseo, Jesús lo había mandado a comer para que al menos no estorbase y que le había dicho que seguro tardarían dos años si no llovía.

    --Con la mano tapándose la boca, los dos no podían parar de reírse.   Juan todo serio seguía pensando porqué se habían puesto de tan mal humor--

 

          Por el pueblo ya corría la noticia de que el forastero había puesto a jornal a Jesús, pero aún no tenían claro para que trabajo.

      En la solana, mayores y no tan mayores se juntaban a charlar cuando no había trabajo.

 

Andrés.- ¿ese que hay allí no es el zocato?

Fermín.- si parece

Andrés.- yo diría que está quitando el montón de piedras

Ramón.- lo mismo la ha mandado el forastero hacer alguna tapia y allí hay piedras buenas

Andrés.- puede ser. Luego en el bar nos enteraremos

 

       Al momento uno de ellos llamaba a la puerta del secretario para contarle lo que habían visto, porque aquellas piedras estaban en terreno del ayuntamiento.

 

         Matías no perdía tiempo en ponerse los zapatos e ir a casa del alcalde.

Matías.- señor alcalde, tengo que hablar con usted.

Braulio.- pase, pase, Matías

Matías.- el otro día el forastero vino al ayuntamiento a preguntar por algo que pudiera pertenecer en su día a la familia de los Marrajos.   Recuerda que donde yo me hice la casa debía ser de alguien que marchó hace mucho tiempo.

Braulio.- si claro, pero ni constaba nada en ningún sitio, de aquellas cuatro paredes

Matías.- pero creo que era de unos que tenían una cueva para guardar el vino, esa que siempre hemos conocido enroñada al lado de lo que llamábamos la llorona

Braulio.- aquello lleva abandonado desde antes de que naciéramos

Matías.- pues por lo que me han contado,  el zocato está quitando de allí piedras por orden del forastero y yo dándole vueltas pienso que allí hay algo enterrado de gran valor.

Braulio.- por lo que yo oí a los viejos contar, aquella familia eran unos muertos de hambre que se fueron porque siempre la andaban preparando y robando, hasta que un día tuvieron que salir por pies.

Matías.- ¿pero no le resulta extraño? Después de tanto tiempo, de pronto viene un forastero que parece no andar mal de dinero (mire las dos sillas de ruedas que ha comprado para los viejos sin motivo aparente) ahora pone a un hombre a jornal para quitar las piedras que taponan la entrada.    No tiene ninguna explicación, allí hay algo y si hay algo es el pueblo.

Braulio.- mañana por la mañana nos acercamos hasta allí y vemos que trama.

               La mujer del alcalde que escuchaba con atención la conversación desde la habitación de al lado, enseguida, en cuanto que se fue Matías,  fue hacer el recorrido por  las casas de sus más íntimas.

---Unas a otras, de casa en casa se fue extendiendo la noticia—

Rufina.- el secretario le ha dicho a mi marido que en una cueva hay algo escondido

Ángela.- me ha dicho Rufina que el forastero ha venido al pueblo a buscar un tesoro

Francisca.- hay un tesoro escondido en el pueblo y se lo quieren quedar entre el forastero y el zocato

-- De boca en boca,  de un ovillo se hizo una manta—

Artemisa.- mañana por la mañana te vas allí a quitar piedras, no nos quedemos sin nada    --le insistía a su marido—    que siempre llegas el último a todo

Pedro.- pero yo no estoy a jornal con el forastero, que trabaje el que cobra

Artemisa.- pareces tonto y qué más da, el tesoro es de quien lo encuentre;   siempre piensas a lo pobre y así nos va

      Una situación familiar parecida ocurría en cada casa.

            Al anochecer en el bar todos cuchicheaban entre sí.

     Paco era muy amigo del forastero y no podían fiarse de él;   seguro que lo sabía hace tiempo y lo tenían bien callado, al igual que Nazario;    si no, de que comprar dos sillas para esos ancianos.

   

    


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