viernes, 15 de julio de 2022

El Regreso Cap. 02



                    Una moto de gran cilindrada cruzaba la valla de seguridad y aparcaba como siempre en esa plaza de aparcamiento reservada.      Cuerpo de señora como de costumbre vestida con mono de cuero negro,  guantes,  botas  y casco de visera tintada.     Extraña persona que tenía permiso para subir directamente sin ningún tipo de control al despacho del ático.

          La única junto con don Alejandro, que se sabía la combinación de números y asteriscos para acceder al ascensor privado y directo del garaje al despacho.

          A la cámara del ascensor tan solo tenía acceso el monitor de encima de la mesa, nadie podía verla, pero aun así ella jamás se desprendía de ninguna prenda antes de entrar al despacho y cerciorarse de que todas las puertas cámaras y micrófonos estaban anulados.

  Nadie, ni las personas de confianza sabían su identidad y nunca le habían visto ni un poro de su piel.

Rubén.- cuantas veces me he preguntado quién será esa mujer

Roberto.- algún día lo sabré, al viejo no le queda mucho

Rubén.- siempre aspiraste a ocupar su puesto

Roberto.- ese puesto nos pertenece a uno de los dos

Rubén.- ¿ese puesto? Ni aunque me lo regalen

Roberto.- cuánto van a cambiar las cosas

Rubén.- pues sí, hay negocios más legales y algo menos inhumanos

Roberto.- tú desde el otro día estás muy raro, cuéntame que pasó

Rubén.- ya os dije que no pasó nada, me encontraba mal

--en ese momento alguien llamó a la puerta—

    .-  Perdonen, les llama don Alejandro a su despacho

Roberto.- esta conversación no ha terminado

 

                 La puerta estaba entreabierta, la primera vez que se les permitía la entrada antes de que la señora abandonase el despacho.

Alejandro.- pasen, pasen.  

        Don Alejandro como siempre junto al ventanal, ella junto al ascensor, cubierta de pies a cabeza.

Alejandro.- entre los encargados hay alguien que habla demasiado, me acaban de traer su nombre, cosa que vosotros no habéis sido capaces de descubrir.

Roberto.- ¿Quién es? Lo solucionamos ahora mismo

Alejandro.- solo ella y yo lo sabemos.  Espero que pronto me confirméis su identidad y que todo este finalmente solucionado

             Rubén la miraba bien de arriba abajo, esperando ponerla nerviosa y al menos oír su voz.   Las puertas del ascensor se abrieron y tras ellas desapareció con unos sobres entre sus dedos.

Alejandro.- este momento nunca ha existido, váyanse y soluciónenlo

 

         Los dos fueron recorriendo local por local como si fueran simples clientes, unas pelucas,  bien maquillados camuflan su identidad para que desde el despacho de la parte de atrás, el encargado no los reconociera.

           Las dos menos diez, se aproxima la hora, entre las últimas naves de un polígono industrial poco iluminado esperan sentados en el coche.    Luces azules se ven a lo lejos, un vehículo apaga las luces y se aproxima después de dar un par de destellos y ellos responder de  misma manera.

        Nadie se baja de los coches, las ventanillas bajadas, puerta con puerta, conversación breve y un sobre que pasa de mano en mano, luego, ya oída la información, esperan a que el vehículo se aleje para retirar de sus rostros los pasamontañas y salir rumbo a otro local.

-A dos calles del polígono el coche reduce la velocidad-

Roberto.- ¿Qué pasa?

Rubén.- ponte el pasamontañas, vamos a dar la vuelta

Roberto.- ¿algo raro?

Rubén.- alguien nos está vigilando, alguien que sabía que estábamos aquí

      Cuando iban hacer el cambio de sentido una moto pasaba delante de ellos a gran velocidad

Roberto.- síguela, síguela

-- Imposible ni ver por qué cruce se ha desviado—

Rubén.- estos nos la han jugado, nadie podía saber de este encuentro

Roberto.- esto no pinta bien, nunca don Alejandro nos había vigilado a nosotros

Rubén.- o lo ha hecho siempre y nunca nos hemos dado cuenta

Roberto.- vamos, hay que averiguar quién es esa mujer, ese par de polis saben más de lo que nos han contado

 

--Al día siguiente subieron los dos al ático—

Roberto.- perdone que le molestemos

Alejandro.- ¿ya lo solucionaron?

Rubén.- estamos en ello

Alejandro.- esa respuesta no me vale, hagan lo que tengan que hacer

Roberto.- ayer nos estuvo siguiendo la señora de la moto

Alejandro.- ¡fuera! No es de vuestra incumbencia.  Eso es lo que tendríais que hacer vosotros con los que están a vuestro cargo.        No os quiero ver hasta que todo esté solucionado   

 

            Salieron de allí pensativos; Rubén preocupado de cómo evitar, la sangre manchase sus manos de nuevo, Roberto con la duda de si él, era el segundo o lo era esa mujer.

                   Eso no lo podía permitir, llevaba demasiado tiempo esperando como para dejarse quitar el puesto por alguien desconocido.

                 Roberto contacto de nuevo con los polis de la noche anterior, tenían que verse de nuevo, esta vez en otro lugar, advirtiendo de la confidencialidad de la cita.   Rubén le dijo que ya tenían una información suficiente para ir a hablar con Alex y solucionar lo ocurrido. 

Roberto.- para mí no es suficiente

Rubén.- no nos debemos entrometer en asuntos que ni nos van ni nos vienen

Roberto.- ¿cómo?  Tengo que saber quién es

Rubén.- ¿para eliminarla?  Estás cegado por algo que nunca llegará

Roberto.- no lo voy a permitir. Tú que sabrás lo que yo he hecho en estos años

Rubén.- lo mismo que yo, menos darte cuenta que no todo está bien    

Roberto.- no se te ocurra nunca darme lecciones de valor

Rubén.- si no fuera por tantos años te tendría asco, como te conozco, mi das pena

 Roberto.- ¿no piensas venir?

Rubén.- no, yo tengo que ir a hablar con Alex, que es lo que me han encomendado

Roberto.- está bien, por eso es,  tú nunca podrás ser el numero uno

--Cerró la puerta con fuerza y dejó solo en el despacho a Rubén—

 

     Alhaba allí en su soledad y silencio se encomendaba a sus maestros esperando alguna luminosa inspiración para solucionar aquella situación.   El reconducir a esa persona tan abariciosa parecía misión imposible, pero ahora había cosas más importantes que solventar.

 

    A media tarde se fue al local que regentaba Alex, aún estaba cerrado, tan solo estaban unas chicas limpiando y reponiendo las cámaras de bebidas.

Rubén.- Buenas tardes

Señorita.- lo siento, aún está cerrado

Rubén.- dígale a al señor Alex que está aquí Rubén

Señorita.- lo siento pero no conozco a ningún señor Alex

--Alex abrió la puerta de su despacho—

Alex.- déjalo pasar   – de un grito desde la otra punta del local—

         Rubén bordeó toda la barra hasta llegar a la puerta viendo trabajar a aquellas pobres, agarrando con fuerza la impotencia entre sus dedos.

Rubén.- me mandó don Alejandro a que hablemos

Alex.- pasa

Rubén.- has tenido suerte, las circunstancias han hecho que venga yo solo

Alex.- ¿me estás amenazando?

Rubén.- sí, por supuesto

Alex.- cómo te atreves

Rubén.- don Alejandro, Roberto y alguien más, ya saben de mi presencia aquí.          Tú fuiste quién desbarató la entrega de la otra noche y mi cometido es eliminarte.

–Portando una pistola en su mano derecha--

Alex.- no por favor, no tuve más remedio, era una cuestión de vida o muerte

Rubén.- bueno, lo podemos solucionar pero esta vez es una cuestión de vida o muerte para tu esposa y tu hija.  Tú decides.

             Alex intentó acercar su mano al cajón,  Rubén cerró los ojos y apretó el gatillo. La mano derecha de Alex comenzó a sangrar.

Rubén.- parece que no lo has entendido, no eres tú el que puedes morir

Alex.- haré lo que quieras, por favor ellas no

     --los guardaespaldas de Alex intentaban derribar la puerta tras oír el disparo---

Rubén.- túmbate en el suelo y no te muevas o ellas correrán tu misma suerte.

--cerró de nuevo los ojos y le volvió a disparar en el hombro izquierdo--

           Rubén abrió la puerta con la pistola en la mano apuntándolos directamente.

Rubén.- poner su coche inmediatamente en la parte de atrás y sin preguntas

    Dos de los gorilas ya conocían a Rubén de verlo en el edificio central y dieron orden de que se hiciese.

           Entre los tres, retiraron la mesa llena de sangre y envolvieron el cuerpo con lo primero que pillaron.

       Lo cogieron como un petate y lo introdujeron en el maletero.

--Rubén  apuntó con el arma a uno de ellos--

Gorila.- no, no.

Rubén.-  a partir de ahora y hasta nueva orden tú eres el nuevo encargado del local

Gorila.- sí señor

         Rubén cogió el coche y marchó conduciendo con prudencia y sin quitar la mirada del espejo retrovisor.

     Efectivamente la señora de la moto, le siguió hasta después de haber  recorrido varios kilómetros.   Luego desapareció.

           Tras una hora dando vueltas el coche paró en un callejón, desenvolvió el cuerpo en el maletero. El rostro de Alex estaba desencajado.

Rubén.- vamos levanta ya, por suerte no has perdido mucha sangre

              Alex salió del maletero y por la parte de atrás accedieron a un piso que parecía deshabitado.

    Allí Rubén le curó las heridas, los dos impactos tenían orificio de entrada y salida, era más el susto que el daño provocado.       Después lo encadenó a un radiador para evitar tonterías.

Rubén.- me tengo que ir, tú ya estás muerto.  Hasta que pueda solucionar tu nueva identidad y donde volverte a reunir con tu familia todo depende de ti.        Al mínimo intento de fuga, ya sabes donde os reuniréis.

     

        Se acercaba la hora en la que habían quedado en el descampado junto al río. Primero temía que dejar aquel coche en un sitio alejado y tras prenderle fuego, volver a las proximidades del local a por el suyo, antes de irse a reunir con Roberto.            Prefería ir, aunque no se le esperase.       No es que se lo mereciese, pero su deber era protegerlo e intentar lo imposible.

 

            Cuando llegó al descampado, allí estaban los dos coches, los tres fuera de ellos (cosa nada habitual).

     Los dos polis arrodillados y Roberto con la pistola en la mano les pedía explicaciones.

 

    Rubén se acercaba con los brazos en alto boceando:

            .- Roberto, soy yo, no hagas ninguna bobada

Roberto.- ¡hablar! ¿Quién es esa señora?

          Empezaba a anochecer, el sol rayaba el horizonte.

   La moto se aproximó a gran velocidad y disparó sobre los tres. Unos de los policías corruptos murió en el acto, Roberto cayó herido al suelo con dos impactos de bala en la espalda y el otro agonizaba.

 --Rubén corrió hacía ellos mientras la moto se alejaba--

Rubén.-  ¡Dime quién es!  

       -- mientras zarandeaba al poli agonizante—

Policía.-  la subinspectora Virginia   -- mientras exhalaba su último aliento—

              Roberto estaba inconsciente. Rubén lo subió al coche y se dirigió rápidamente al hospital más cercano.

        Mientras conducía, daba órdenes por teléfono para destruir inmediatamente el vehículo policial con ellos dentro y que recogiesen su coche aparcado al otro lado de la arboleda.

 

 

 


 

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