sábado, 30 de julio de 2022

El Regreso Cap. 08

 

 

 

          Alhaba situado detrás de Milagros, con las manos rodeó su cintura, los dos miraban hacia el ascensor.

Milagros.- Tú crees qué…

Rubén.- no te muevas

              Todo el portal se convirtió en una gran pantalla de cine.   En ella se mostró lo ocurrido en aquella noche de la primera luna de primavera; de cómo él le devolvió las alas a su bisabuelo, la luz que resplandeció y cómo Kawamo decidió pasar la puerta del reino de la luz.

Miagros.- ¿no te traerá problemas el mostrarme esto?

Rubén.- este era mi regalo para ti y bueno, puede ser que alguna reprimenda me caiga, pero me da igual.

        Se sentían tan a gusto allí abrazados que dejaron pasar el tiempo sin mover los pies del sitio.

Rubén.- bueno hasta mañana, que tienes que madrugar

Milagros.- sí, ya va siendo tarde

        Rubén le dio un beso en la frente y salió del portal.  Ella subió las escaleras a oscuras pensando: .- me quedé con ganas de más, tenía que haberlo invitado a subir a tomar un café.    Pero no, mejor no.

      Rubén camino de su casa pensaba:     .- le tenía que haber dicho que si podía subir a tomar un café, estaba tan a gusto a su lado.     Pero no, mejor no.

 

               El alta hospitalaria de Roberto estaba cercana, don Alejandro había decidido ponerlo un tiempo como encargado sustituyendo a Alex, hasta que encontrase el sustituto idóneo.        Rubén llegó a su despacho, la cara era distinta, su mirada llena de tristeza hacía meses, se veía de nuevo iluminada, la sonrisa ocupaba su rostro y en su andar ya no arrastraba la suela de los zapatos, sus pies parecían flotar.

      Los días pasaban con sus luces y sus sombras; por un lado cada mañana sentía la conspiración que conjunta_ mente Roberto y Walter estaban urdiendo en su contra.

  Por las tardes todo se volvía color de rosa en las visitas a María, que iba ganando peso, ya empezaba a parecer una mujercita.

 

Rubén.- María, cada vez estás más guapa, si sigues así, me voy a sentir celoso de tu novio

María.- eres más tonto, por cierto:     ¿Qué tal con la doctora Méndez?

Rubén.- bien, nos seguimos viendo de vez en cuando

María.- mentiroso, os veis todas las noches

Rubén.- y tú que sabes

María.- llega por la mañana muy sonriente, pero con cara de no haber dormido mucho

 

   Rubén se puso de rodillas frente a ella y le cogió los muslos con ambas manos; ella de pie quedó pasmada, Rubén se los apretó con sus dedos, se puso de nuevo de pie y le dijo:

Rubén.- esos muslos son de jilguero, vamos hay que comer más que así no te me vas a echar novio nunca

María.- jó, que susto me has dado

-- Rubén ni se había percatado de la situación—

Rubén.- perdona, te juro que no era esa mi intención

María.- lo sé, pero…

Rubén.- lo siento, no sé en que estaba pensando

María.- que no pasa nada, pero avisa.   Haces cosas muy raras Rubén

Rubén.- bueno, que tienes que comer más

María.- porfi, me coges las manos

Rubén.- no, que si nos ve alguien va a pensar mal

María.- solo un poquito

Rubén.-  ¿estás segura? ¿Y si no te gusta lo que ves?

María.- me arriesgaré

     Ella se sentó en el sillón y se puso cómoda, Rubén en cuclillas se puso frente a ella y le cogió las manos 

Rubén.- ya puedes cerrar los ojos

         Por su mente empezaron a pasar imágenes que no quería recordar:    los vómitos después de cada comida escondida en el servicio, la cuchilla de afeitar cogida en su mano y la sangre brotando de sus delgadas muñecas, las miradas de desprecio por parte de todos incluso de su familia, las sirenas de la ambulancia retumbaban en su cabeza, los gritos en urgencias queriendo salvarla, cuando ella lo que quería era que la dejasen ir y Alhaba entrando junto a ella y cogiéndole la mano;    lo mejor que le había pasado en años.

–Entonces volvió a abrir los ojos—

Rubén.- ¿Qué te ha parecido?

María.- que jamás volveré a pasar por eso

Rubén.- ¿te das cuenta?

María.- pero sabes…    pasaría otra vez por todo, por volver a sentir tus manos cogiendo las mías

Rubén.- a que cobras, eso no lo digas ni en bromas

 

             Se acercaba la hora de la cena, tenía que irse de la habitación no sin antes darle el beso en la frente de buenas noches y felices sueños.    Sabía que como cada anochecer se vería con Milagros en el banco a la puerta del parque, irían a ese bar tranquilo y charlarían de sus cosas con las melodías suaves de piano como colchón de sus palabras y luego un paseo hasta el portal de su casa y la despedida forzada hasta el día siguiente.

    Es lo que tiene de malo ser un ángel.

 

--a la mañana  siguiente don Alejandro lo mandó subir a su despacho—

Alejandro.- entra Rubén

Rubén.- que se le ofrece ¿algún problema?

Alejandro.- no, pero ha llegado la hora de hablar contigo

Rubén.- pero… no pasará nada grave

Alejandro.- ¿Qué tal? Ya tenía yo ganas de verte así de bien

Rubén.- así como

Alejandro.- no te hagas el tonto, esa mujer ha cambiado todo y me alegro, porque ya era hora de que te pasase algo bueno en la vida

Rubén.- Qué mujer

Alejandro.- no pongas cara de sorprendido.      El sábado por la noche quiero que vayáis los dos a cenar a mi casa

Rubén.-  pero si a su casa nunca entra nadie

Alejandro.- ¡coño! Que la lleves a cenar a mi casa, que le tengo un regalo

Rubén.- bueno se lo diré

Alejandro.- a las nueve allí, dile que se ponga ese vestido de flores que la hace tan hermosa

Rubén.- no sé si querrá

Alejandro.- querrá

 

                             Don Alejandro parecía otro, desde que ocurrió lo de Roberto, todo estaba cambiando, parecía como si el destino de todo lo que le rodeaba estuviese impregnado por un velo negro que poco a poco se iba diluyendo.

     Le comentó a Milagros lo que le había pedido don Alejandro, que era una persona muy solitaria y que jamás desde hace años, nadie había entrado a su casa, pero que confiaba en él.

   Seguro que era por algo importante y que parecía más humano en los últimos tiempos.

       Milagros accedió gustosa, lo que más le extraño fue el empeño en que se pusiese el vestido de flores ¿Cómo sabía él que temía un vestido de flores?

Rubén.- esta gente tiene ojos en todos sitios, yo ya me he acostumbrado.    Bueno, no del todo

     Entraron al bar, la mesa de al lado de la pared estaba libre y en cuanto se sentaron, se presentó el camarero con un café solo y otro con coñac;   ya era algo habitual.

Milagros.- ¿te puedo pedir un favor?

Rubén.- sí claro

Milagros.- esta canción me trae recuerdos de cuando llegué a España y de un baile en el barrio donde la bailé con mi tío ¿bailarías conmigo?

Rubén.- pero yo no sé bailar

Milagros.- no hace falta, solo déjate llevar

 Bailaron y cuando terminó la música seguían bailando.   

              Entonces el resto de clientes empezó a aplaudir, sorprendidos, dejaron de estar ensimismados, abrieron sus ojos y fue cuando dejaron de bailar.

Pianista.- ¿les apetece alguna canción es especial?

Rubén.- no se preocupe, ya nos sentamos

          --de camino a la mesa---

Milagros.- ¿te has dado cuenta?

Rubén.- de qué

Milagros.- te estás volviendo humano, solo un poquito

Rubén.- y eso por qué

Milagros.- porque te has puesto colorado de vergüenza

Rubén.- pero eso no es bueno verdad

Milagros.- digo yo que tampoco tiene porqué ser malo

Rubén.- estoy hecho un lío de sensaciones, por un lado quiero ser un buen ángel, pero por otro me gustaría ser mortal y poderte abrazar sin miedo

Milagros.- a mi me pasa lo mismo, pero hay que hacer lo correcto

Rubén.- tienes razón. Tú mejor no sientas nada por mí, llegará el momento en que me tenga que ausentar y si tu sufrieses por mi partida, arrojaría las alas al mar, por quedarme contigo

Milagros.- no hagas eso, piensa que esas alas serán algún día para mí. Tú me lo dijiste

Rubén.- ¿Cuándo te he dicho yo eso?

Milagros.- lo recuerdo y lo recordaré siempre:

 (Entra pero no las podrás ver, solo los destinados a ser ángeles pueden ver su brillo).     Así que no se te ocurra perderlas.

---ya habían llegado con la conversación a la puerta de la casa de Milagros--

Rubén.- ya estamos aquí, mañana entonces te espero en el despacho sobre las ocho

Milagros.- podrías entrar un poco al portal y abrazarme de nuevo.    Quiero volver a ver lo del primer día

Rubén.- claro que sí, pero si algún día mis labios intentan acercarse  a los tuyos, aunque sea un sacrifico, apártate

Milagros.- vale, te lo prometo, pero entra y abrázame.

 

  Todo ocurría en unos segundos, las imágenes llenaban todo el portal y la calma que se sentía era inexplicable.

  Kawamo poniendo las alas sobre la espalda de Alhaba y entrando por aquella puerta circular llena de luz.

        Era una imagen que nunca podría olvidar, pero aún así, no le importaría estar viéndola mil veces repetidas cada noche para alargar ese abrazo.

 

 


4 comentarios:

  1. Mi interrogante es si este àngel puede volverse humano ? Y si así fuera !!! ... 👁👁

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  2. Puede ser o no.... Habrá que esperar

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  3. Ya se que sos dueño de la historia.. pero una pista podrías darme.. yo soy ansiosa .. para mi que se vuelve humano . Ayyy yo ya me lo imagino !!

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