viernes, 8 de julio de 2022

El Forastero Cap. 14

 

 

              Salió de la cueva a respirar un rato tranquilo.

     Miró el firmamento azul y este le sonrió con una mueca similar a la que mostraron aquella primera vez, su amigo Cosme y la bella Vicenta.

         Bajó de nuevo a la cueva.      Para nada necesitaba la luz de la linterna.    En el fondo de la vieja tinaja de barro, bajo los cascotes, se dejaba ver un brillo especial.     

                                 Limpió el fondo de cascotes, se quitó el jersey,  envolvió con cuidado las brillantes reliquias y las llevó a casa, donde las dejó colocadas encima de la cama.    Eran preciosas.

   Por un momento pensó…    Pero no, aún no eran suyas, no era el momento, eso era una decisión de sus maestros.

 

    Las cosas habían sucedido justo cuando debían de suceder, esa noche brillaría en el firmamento la primera luna llena de primavera y las puertas del reino de la luz se abrirían a todos aquellos merecedores de tal privilegio.       El resto quedarían en la penumbra de las tinieblas esperando el juicio de la balanza de sus acciones.

 

           Bajó hasta la casa de Nazario y sopló a la abuela que miraba tras los cristales, el beso más largo e intenso de todos.

       Luego dio la vuelta a la esquina y dio unos golpecitos en la ventana de la estudiante.   --Esta dejo los libros y se acercó--

Forastero.- por favor Milagros, hacia la media noche, te espero en mi casa

Milagros.- ¿pasa algo?

Forastero.- no, tú tranquila, es que te tengo que contar una Historia

Milagros.- pues cuando se duerman salgo por la trasera y subo

Forastero.- no faltes, te espero.

 

           De allí, fue a casa de Jesús a pagarle el último día de trabajo y a interesarse por la salud de Luisito.

Jesús.- Pasa Juan.    ¿Decepcionado?

Forastero.- no, yo solo quería abrir de nuevo esa cueva

Jesús.- pues yo me había hecho a la idea de que encontraríamos algo

Forastero.- ¿me invitas a un café?

Jesús.-sí claro, aquí otra cosa no, pero café siempre hay en el fuego, bueno agua sucia, no está la cosa para muchos gastos.

 

             Jesús entró delante como es natural;   Juan sabía que aquella familia estaba pasando penurias económicas así que al pasar al lado de una chaqueta de lana que colgada de una escarpia en la pared del pasillo, metió en su bolsillo unos billetes de mil pesetas, que seguro eso les arreglaría un tiempo.

Forastero.- ¿y cómo está el pequeño?

Jesús.- hecho un diablillo como siempre, no deja de dar guerra

Forastero.- no digas eso, es un niño y está en edad de jugar y armar trastadas

Jesús.- ya lo sé, el caso es que está bien.   Vaya susto y nosotros los dos en el campo sin poder ayudar, si no llega a ser por ti

Forastero.- que ya te dije que la que estudia medicina es Milagros

Jesús.- pues ella dice que el milagro eres tú.

Forastero.- bueno ¿y Carmen y el niño? ¿Dónde están?

Jesús.- el niño ya te digo, seguro armando alguna con sus amigos y Carmen andará pelando a alguien con las otras. Entre todas estas    tienen el gallinero desplumado.   Y no sé porqué me da que hoy el gallo eres tú, con esa ocurrencia de abrir la cueva.

---los dos comenzaron a reír----

Forastero.- bueno pues aquí tienes el jornal de hoy que me voy a cenar

Jesús.- ni se te ocurra, ya haremos cuentas otro día

Forastero.- no seas tonto, cógelo que te hace más falta a ti que a mí.

Jesús.- muchas gracias

Forastero.- te tengo que hacer otro encargo;    junto a ti estos días he podido contar a doce hombres quitando piedras y hoy he podido sentir desde la oscuridad,  su cara de desilusión al ver que no había nada.  También la tuya.     Toma catorce billetes de quinientas pesetas.   Uno, para cada uno de ellos, otro para ti y el que sobra para Carmen,  que menudo tute se ha dado para dejar la casa decente

Jesús.- ¿pero?

Forastero.- no hay peros, os lo merecéis, habéis trabajado duro por un capricho mío.   

    Que ninguno de los que han trabajado se quede sin cobrar.

Jesús.- de mi mano queda, ¿pero porqué no se lo das tú?

Forastero.- yo solo soy un forastero, no lo entenderían.

 

     Salió de allí y se fue directo al bar, no tenía a nadie más a quien visitar.      Paco estaba en la cocina haciendo la cena.

    Se acercó al abuelo y se puso en cuclillas cogiéndole las manos.

  Forastero.-Amigo lo siento, me tengo que ir.    No, no me llores, sabes que tu misión es hacer feliz a Paco el tiempo que te quede.

    Cuando llegue el momento tu otro hijo estará aguardándote,  pero no tengas prisa,  allí el tiempo es distinto y lo que aquí serán un par años,  a él le parecerán tan solo unos segundos.

 --Paco ya salía con los platos y los cubiertos para poner la mesa—

Paco.- vamos pon al menos los vasos y el vino, que no haces nada

Forastero.- que hay hoy de cena

Paco.- nada especial, unos huevos con unas patatas fritas

Forastero.- Lo que sale de esa cocina siempre es especial, dentro de nada me veo bajando a la plaza a comprar una talla más de pantalón.

Paco.- al final que pasó esta tarde,  que estaban todos los hombres enfadados contigo

Forastero.- que querían hacerse ricos a cuenta del tesoro que había enterrado la familia de los Marrajos

Paco.- la culpa es del secretario,  que ya les he dicho yo,  que sueña tonterías y se le nubla la vista.  Es todo avaricia.

Forastero.- yo al único que le dije que viniera, le he pagado el sueldo correspondiente y para los demás,  pues ya he dejado un algo para que se contenten

Paco.- ¿pero qué esperabas encontrar?

Forastero.- nada, yo solo quería que le entrase el aire a aquella cueva

Paco.- no, si al final van a tener razón, estás para encerrarte en un manicomio

 

       Terminaron de cenar, recogieron la mesa y como cada noche Juan se quedó un rato frente al abuelo, en cuclillas,  hablando con él en un cruce de sus miradas.

 

      Se fue sin despedirse.    Era de mala educación, pero tenía que ser así, para hacerlo más  llevadero para todos.

 

-- A las once y media en punto, Milagros llamaba a su puerta--

Forastero.- pasa y siéntate junta a la lumbre

Milagros.- ¿pero pasa algo?

Forastero.- qué no, pero te tengo que contar una cosa

            --Se sentó frente a ella y le cogió las manos, sus pupilas se fundieron y Juan comenzó a hablar--

Forastero.-Tu bisabuelo cometió una falta grave, “me imagino que conocer el amor carnal”.         Sentía tal  pesar, que se desprendió de lo más preciado y pasado un tiempo, al ver que aquello por lo que renunció a su don, era imposible,  se marchó a vagar por el mundo.

     Estos ojos, iguales a los tuyos, se los cogí prestados a la señora Casilda, una hermana de tu abuela por parte de padre; esa que está ahí arriba enterrada.

    Esto enlaza con lo que tú me has ido contando.    Cogió ese barco y fue a parar al otro lado del mar y allí vivió su nueva vida.

        Hace un tiempo que murió.

Milagros.- pero de eso,  ya hace mucho

Forastero.- allí el tiempo es distinto

Milagros.- bueno, sigue contando

Forastero.- Lo encontré perdido y triste camino de la oscuridad,  lo vi arrepentido,  no de cómo había vivido, ni de sus actos,  si no de no haber terminado la misión que se le había encomendado.

        No puede entrar en el reino de la luz sin antes devolver las alas a sus maestros.

    Le prometí que las encontraría para entregarlas y ahora que las tengo ya puedo volver para guiarlo hasta el sitio donde debe de estar.

     Tal vez, y no seré yo quien lo juzgue, no fue un gran ángel, pero fue un buen hombre, no merece pasar su eternidad vagando entre tinieblas.

       Mis maestros me dijeron que tenía una luz especial, la misma que tú tienes en los ojos;    la misma que cuando sea tu hora de partir,  te llevará a su lado.

   Yo estaré pendiente,  solo espero terminar con éxito esta prueba y poder ocupar si es que lo merezco, ese puesto que él dejó vacante.

Milagros.- entonces dices que cuando llegue mi hora ¿tú me estarás esperando?

Forastero.- te lo prometo.  Ahora vete y no te olvides de hacer el bien siempre que puedas.   Yo tengo que pasar a devolver estos ojos y llevar las alas a donde tienen que estar.

Milagros.- oye Juan y…  Las podría ver

Forastero.- entra en la habitación,  están encima de la cama,  pero no podrás verlas;  solo los destinados a ser ángeles pueden ver su brillo

-Milagros entró a la habitación,  pasaron unos minutos-.

  El forastero esperaba que pasase el tiempo y la luna se situase en el zenit del firmamento.

      En el silenció se oyó una voz dulce y entusiasmada:

              Milagros.- Juan, gracias por dejarme entrar.

                                            ¡ SON PRESCIOSAS !

 

 

 

FIN
Este es el primer relato de una trilogía.

En breve empezaré a subir el relato 02

Título para el Blog: El Regreso. Imagen de referencia (ya veremos)

MUCHAS GRACIAS a TOD@S, por su ATENCIÓN y FIDELIDAD.

 

Carlos Torrijos Pareja  (C.a.r.l.  España) ©®2022.




4 comentarios:

  1. Dije desde el principio que venía de más allá de las estrellas, creía que era de otro más allá, me encanta. Buen y gran escritor, gracias por compartir y hacerme disfrutar de estos momentos especiales.

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    1. Gracias, el lunes continuamos con la segunda parte de la Trilogy.

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  2. Impresionante final . Muy místico y emotivo. Aguardaré el siguiente comienzo!! . Felicitaciones

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