miércoles, 6 de julio de 2022

El Forastero Cap. 13

 


 

 

         A la mañana siguiente Jesús salió directo de casa a la faena.

   Una vez desayuno el chiquillo y marchó a la escuela, Carmen se subió a casa del forastero a seguir gastando lejía, que falta le hacía a aquella casa.

Forastero.- no ha venido a buscarme Jesús hoy

Carmen.- mejor déjalo a él solo que seguro que termina antes

Forastero.- bueno mujer

Carmen.- hala, ya puedes ir a ver qué está haciendo, ya que no haces aquí nada, no estorbes y si no,  ya puedes coger un estropajo

Forastero.- lo que mandes

Carmen.- no, no, tú a dar un paseo,   que no me quiero tirar aquí dos años

Forastero.- claro, si no llueve –cogiendo una bayeta en la mano-

Carmen.- perdone que se lo diga con todo el respeto;   ¡que se vaya!

Forastero.- bueno pues me voy;  ah, no se preocupe que para usted también habrá un jornal

Carmen.- ¡que se vaya!  -Pues no dice que si no llueve, a este le falta una primavera-

 

          ---Cuando llegó Juan a la llorona, junto a Jesús había otros cuatro hombres quitando piedras---

Jesús.- hombre ya estás aquí ¿y la ropa de trabajo?

Forastero.- calla, que me ha echado tu mujer de casa

Jesús.- no me extraña

Forastero.- ¿y estos? ¿Los has mandado llamar tú?

Jesús.- han llegado, se han puesto a quitar piedras y ni me han saludado, por mí como si quitan todas, pensé que los habías puesto también a jornal

Forastero.- yo no

Jesús.- pues deja, si tienen ganas de quitar piedras, que las quiten

-- Según quitaban piedras hablaban entre ellos por lo bajo—

Pedro.- tenían razón nuestras mujeres, aquí hay gato encerrado

Ramón.- os dais cuenta, se hablan como si se conociesen de toda la vida

Pedro.- pues se les va a fastidiar el negocio, lo que salga de aquí se va a repartir, vamos, como que me llamo  Pedro

Andrés.- eso, si no, lo mismo se quedan a verlas venir

 

          Por la calle adelante subían con paso animado el alcalde y el secretario

Jesús.- mira Juan, parece que tenemos visita

Forastero.- pues con ese de la derecha no me llevo nada bien

Jesús.- yo me llevo peor con el otro  ¿que querrán estos dos buitres?

--Llegaron y saludaron muy correctamente—

Braulio.- buenos días señor Juan, ¿paga usted a estos hombres?

Forastero.- no, yo no; todavía no me explico que hacen aquí

Matías.- pero al zocato sí que le paga – contesto con aire—

Forastero.- al señor Jesús y dejo claro,  ¡al señor Jesús!  Le pago porque me da la gana y como nos aburrimos y no hay nada mejor que hacer, pues hemos pensado en mover este montón de piedras de un sitio a otro.    ¿Algún problema?

--- el alcalde dio un paso al frente—

Braulio.- este terreno pertenece al pueblo y todo lo que haya escondido en la cueva pertenece al ayuntamiento

                 .- lo que se encuentre pertenece a los que trabajen para sacarlo, quien quiera parte que doble el lomo quitando piedras.

  – Contestó casi entre dientes, uno de los que allí echaban la gota gorda moviendo escombros--

Matías.- bueno eso habrá que discutirlo el ayuntamiento tiene su parte por la propiedad del terreno --- con aires de grandeza—

 

-Juan que vio fácil la jugada se subió al montón de piedras-

Forastero.- como bien ha dicho este señor, lo que se encuentre en la cueva será de aquellos que trabajen para encontrarlo.

--Y tras señalar con el dedo al alcalde---

 Forastero.- El ayuntamiento tendrá que demostrar que este terreno es suyo, porque yo, si puedo demostrar que esta cueva, pertenece a los herederos de la familia de los Marrajos;   al igual por cierto, que el terreno donde el secretario se hizo la casa nueva.    Que puede ser que tengamos que ver como se hicieron esos papeles.

 

        Aquellas palabras dieron un soplo de aire fresco a los que allí estaban trabajando.

 Tomás.- Qué manera de hablarle al secretario y al alcalde, con qué autoridad y seguro de lo que está diciendo.

       Juan ya se podía quedar tranquilo, la gente que valía para trabajar allí estaba;  tenían razón, mejor marchar a dar un paseo, en ciertos sitios por mucho que te esfuerces lo único que puedes hacer es estorbar.     Poderoso don dinero que cae del cielo.

 

    

          A la mañana siguiente, todos aquellos a los que no les daba miedo el trabajo duro, estaban retirando piedras de la entrada.

   En cada gota de sudor la esperanza de un pellizco que arreglase un poco sus vidas.  Unos hombres con la piel curtida por el frío y el calor, acostumbrados a vivir de jornadas destripando terrones en tierras ajenas,  los que no tenían nada que perder por creer en un sueño.

           Día tras día de sol a sol, codo con codo sus manos iban quitando una a una aquellas piedras que parecían no pesar,  pues bastante más pesaba el hambre y cada tarde, al terminar la jornada se despedían con un abrazo hasta el día siguiente.

 

               El secretario y el alcalde observaban desde la esquina de la última casa los acontecimientos.

     El forastero a ratos, cada día más prolongados, se ponía la ropa de trabajo y ayudaba en lo que podía (se había convertido en el peón, el aguador, el encargado de obedecer a los que sabían acercando hasta sus manos la herramienta que necesitaban en el momento)

      Una larga fila hacía cadena pasando los riscos de mano en mano hasta el nuevo montón.   Parecía mentira que allí hubiera amontonado tanto pedrusco y arena.

       Esa mañana “no eran todavía las diez”.     El más cercano a la boca, por fin gritó: 

Pedro.- ¡Hemos llegado! ¡Ya se ve hueco!

Tomás.- vamos chicos, nos queda todo el día por delante

            Aquellos brazos cansados de tantos días, parecían doblarse en número y la emoción del momento daba alas al aliento de las bocas secas.   Juan dejó de pasar el botijo a los que querían beber y se puso entre ellos siendo uno más de la cadena.

–En esos momentos, nadie tenía sed, ni se acordaba del agua---

           Hicieron un hueco suficiente como para entrar una persona holgadamente.   Con cuidado aseguraron la parte superior y los laterales apuntalándolos con unas maderas, para que no hubiese peligro de quedar enterrados.

 

       Enseguida se acercaron los dos mirones; el secretario se quitó la chaqueta y del bolsillo sacó una linterna.

Matías.- yo tengo que bajar a dar fe del hallazgo

Jesús dijo en voz alta: .- pero no toque nada, ya quedó claro que esto corresponde a los que han trabajado.

      Todos asintieron con la cabeza, no iban a permitir que nadie les robase.

      Hicieron un corro los torsos desnudos.   Estuvieron de acuerdo en que bajase Juan el primero, el secretario para dar fe y Jesús que les contaría todo lo que vieran allí dentro y guardaría que nada se tocase.

 

     Descendieron por las escaleras talladas en la roca.   Al llegar abajo, nada había, tan solo una tinaja de barro sin ningún valor.    El secretario le dio la linterna a Juan y quitó de las manos de Jesús el marro que llevaba.   De varios golpes dejó la tinaja hecha añicos; dentro, tampoco había nada.

 

   El zocato salió con rostro desolado y a continuación el secretario que parecía alegrarse.

Matías.- imbéciles, que os creíais que os ibais a hacer ricos de la noche a la mañana.

 

      Todos se fueron a sus casas; abajo, solo, entre tinieblas, quedó Juan sentado en el suelo.

 

     Por un momento sintió como le faltaba el oxigeno, sabía que había encontrado lo que había venido a buscar.     Estaba allí, podía sentir ese escalofrió que indicaba que todo llegaba a buen fin en el momento oportuno.

 

        


 

4 comentarios:

  1. Cuànta intriga !!! Me dejas pensando .. que sería lo que había venido a buscar ?? Mmm

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  2. Esto es un sinvivir, que nervios, me has dejado con la miel en los labios 😂😂

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