Tú y yo, Yo y tú.
Pálida o moreno.
Hombre frente a mujer.
Creyente abnegado o ateo
resignado.
Rico en ostentación, tal vez, pobre en los bolsillos.
Yo y Tú, Tú y Yo.
Nacimos de un vientre materno, en algún lugar que no importa.
Crecimos rodeados de ideolologías baratas.
Pusimos nombres a las clases y números en un papel.
Trazamos líneas divisorias forradas con alambre.
Culpamos al mar o la montaña, para justificar el aquí o el allá.
Tú y Yo, Yo y Tú.
Tenemos conciencia del bien y el mal.
Creemos en la paz y pretendemos conseguirla luchando.
Creemos en la igualdad, pero a veces nuestro ego, nos hace
sentir superiores.
Lloramos cuando nos invade la tristeza o el dolor.
Reímos por cosas absurdas a las que etiquetamos como felicidad.
Nos afligimos con la partida de un ser querido que en paz
descansa y celebramos la llegada de un nuevo miembro a la familia con su
incierto futuro.
No aprobamos la mentira, pero ocultamos la verdad.
Divulgamos sueños y escondemos
miedos.
Dejamos que los demás alimenten nuestros odios en vez de tender
la mano a lo desconocido.
Quizás no somos tan diferentes, tan solo somos distintos porque
así nos han enseñado a vernos.
Tampoco iguales, gracias a que cada una, somos únicas e
irrepetibles.
Asumimos que la creencia en un Dios, nos da derecho a ponerle
nombre y que para creer en lo abstracto es necesario renunciar a lo certero.
Idolatramos la vida, cuando lo único cierto es la muerte.
Intentamos Pensar sensatamente y queremos con el corazón,
reduciendo la inmensidad altruista y limpia de la palabra amor a un concepto
absurdo, limitado, egoísta y posesivo.
Yo y Tú, Tú y Yo.
Nos reconfortamos con un simple abrazo y nos decepcionamos por una
traición.
Imploramos Cariño y dejamos marchitar los besos.
Pregonamos en lindos colores, pero actuamos en blanco y negro.
Miramos el universo sin observar nuestras huellas.
Pretendemos que nos estrechen la mano y no se nos ocurre sacar la
nuestra del bolsillo.
Siempre tenemos claro que hay que hacer mañana, lo que pudimos
hacer ayer, olvidándonos de que el hoy existe.
A la hora de la muerte los dos quedaremos libres de nuestras
diferencias y pasado un tiempo seremos inexorablemente esclavos del olvido.
Maravillosa
ResponderEliminarGraciñas.
EliminarUna gran verdad. Bravo maese. 👏 👏 👏 👏
ResponderEliminarAbrazos Dulcinea
EliminarEmocionante y emotivo escrito.
ResponderEliminarGracias por su atención
EliminarEl color de la piel no importa, el como es uno como persona no siempre agrada a los demás, pero. Así soy y así seré hasta que muera. Me inculcaron "respetar" y ser "respetada". Cuando así no sucede y ocurre lo segundo, simplemente me "hago a un lado", sin dar explicación ninguna. Me encantó el texto que invita a la Reflexión. Jossita V.V.
ResponderEliminarUn abrazo ahijada.
EliminarExcelentes letras. Muy significativas y con mucha certeza. Creo que el mundo sería diferente si supiéramos respetar la diversidad y las diferencias . Es muy dificil lograrlo en estas sociedades donde existe la discriminación por diferentes circunstancias. Pero siempre está esperanza de que sea factible màs temprano que tarde. Abrazo grande amigo.
ResponderEliminarSacaremos un pie y meteremos el otro,,, es cuestión de neuronas, o de falta de ellas.
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