Esa noche fría Rubén en su
casa se miraba las manos para intentar encontrar algo escondido en los pliegues
de sus palmas; hoy no le apetecía deambular bajo la lluvia,
desde su ventana se deleitaba viendo como las gotas de agua se dejaban ver al
pasar por la luz de una farola.
Esa noche la única vida en su
calle eran los semáforos cambiando de color,
que daban paso a los peatones
inexistentes.
Ya era muy tarde, otra
noche como tantas en vela recordando aquella noche de aguacero en que velaron
al hermano de Paco, las tardes soleadas de paseo junto a Cosme y Vicenta, las
conversaciones intensas en los paseos por el cementerio. Los goterones de sudor, esos hombres
retirando piedras y el momento en el que vio el brillo en el fondo de la
tinaja. Eran sus recuerdos, su única vida, los
momentos de luz en este mundo tan opaco y miserable donde hay tanto por hacer y
muy pocos dispuestos a poner su granito de arena.
Miraba el
teléfono con tristeza esperando ese momento que no llegaba. Por un momento
deseó saber llorar y sentir sus lágrimas discurriendo por su rostro.
Ser humano plenamente por un instante, pero
eso era un privilegio que no tenía, para conseguirlo tendría que perder sus
alas como en su día hizo Kawamo.
NO, el tenía una misión que
cumplir y si no lo lograba era igual, para él eran más importantes aquellas
chicas que el encaminar a Roberto por la senda correcta.
La claridad despuntaba
tras los edificios, el bullicio volvía a las calles y él volvía al
trabajo. Como cada día vueltas y vueltas
haciendo tiempo para no llegar de los primeros. Siempre, si no llovía demasiado, andando.
Él nunca quiso ni chofer ni gorilas a su lado,
mejor solo que mal acompañado. En la esquina unas monedas para ese mendigo
que le regalaba un gracias, en el bar cutre donde trabajadores con mono paraban
a tomar algo, un café caliente rodeado de personas de verdad, gente con un
trabajo honroso, familia, preocupaciones y ganas de vivir día a día luchando
por los suyos.
Después pasaba por la puerta de
una iglesia, le gustaba oír esas campanas, observar como las señoras mayores entraban con su andar pausado.
Pasó por el despacho y dijo a
la señorita de recepción que avisase a don Alejandro, no iba a estar esa
mañana, que si quería algo antes de que se fuese.
Al momento llamaron a la
puerta:
.-
Señor Rubén, que dice don Alejandro que se puede ir tranquilo, esta mañana no
lo necesitará.
Rubén.- está bien, muchas gracias
Se iría a ver a Roberto y tal
vez pasaría a ver a María como escusa intentando cruzarse con Milagros.
--- En la habitación de Roberto una mirada desafiante lo recibió---
Rubén.- ¿Cómo estás hoy?
Roberto.- ya te saliste con la tuya
Rubén.- ¿de qué hablas?
Roberto.- bien callado lo tenías,
ahora ya está claro
Rubén.- tú lo que tienes que
hacer es recuperarte y volver
Roberto.- yo ya estoy recuperado,
pero os interesa tenerme aquí encerrado
Rubén.- no seas tonto y no te
dejes influir por esa gente que solo te llena la cabeza de pájaros
Roberto.- ¿pájaros? Los tres juntos
de local en local, algo que don Alejandro nunca
hubiese permitido el hacerlo conmigo.
Rubén.- ¿a estas alturas vas a
sentir celos de mí?
Roberto.- ¿de ti? Tú nunca llegaras
a nada
Rubén.- ya sabes que no lo
quiero, piensa lo que quieras y ese que te viene con historias que yo sé bien
quien es, de ese, es de que deberías desconfiar.
--buena gana de aguantar malas caras--
Rubén salió de la habitación sin despedirse y
cuando se dirigía al ascensor, de pronto tuvo miedo.
Miedo a subir a la quinta planta, encontrarse
de frente con Milagros y que ella le
negase su mirada, que no se parase a hablar con él o que se sintiese
acosada.
La decisión de verlo, tenía
que quedar en sus manos, ella sola debería escoger el momento.
--Ya a media tarde lo volvió a requerir don Alejandro en su despacho—
Alejandro.- he estado pensando en lo
que vi ayer
Rubén.- ¿y qué tal le pareció?
Alejandro.- vas demasiado deprisa, te
estás creando muchos enemigos
Rubén.- no me importa, alguno
habrá que quiera ser mi amigo
Alejandro.- Alex, por ejemplo
---Rubén se quedó pálido--
Alejandro.- eres demasiado inocente,
recuerdo que en tu infancia tu madre te preguntaba que habías hecho y antes de
contestar, ella ya sabía donde habías estado
Rubén.- entonces…
Alejandro.- yo tengo ojos y oídos en
todos sitios
Rubén.- lo siento pero…
Alejandro.- mejor no digas nada. Pero
intenta encubrir mejor las cosas, hay mucha gente que quiere el poder y están
dispuestos a todo por alcanzarlo
Rubén.- la señora ya me tiene hasta
el gorro, hay que renovar todo esto o desisto y me voy
Alejandro.- estás demasiado ciego,
ella es la que más te protege
Rubén.- y si algún día necesitase
su ayuda, cómo puedo localizarla
Alejandro.- si la necesitas, no te
preocupes, ella estará en el sitio y momento oportuno
Rubén.- me deja usted más
tranquilo
Alejandro.- ahora vete y anda con
cuidado en cada paso que des
--ya era tarde y hacía
bueno, daría una vuelta y esperaría a ver que las luces de las habitaciones del
hospital comenzaban a apagarse para subir a ver de nuevo a María—
Rubén.- hola María ¿ya cenaste?
María.- sí, métete al armario que
está a punto de pasar
Rubén.- a eso iba
--María apagó la luz y
se acostó, para que al pasar pareciese que ya estaba dormida-
María.- sal, ya no hay moros en
la costa
Rubén.- ¿hiciste caso? ¿Has
comido todo?
María.- sí todo
Rubén.- ¿has hablado con la
doctora Méndez?
María.- le conté lo que me
dijiste y lo que me pasó con los ojos cerrados y se puso muy contenta, pero
cuando nombre a Vicenta se puso triste, me soltó la mano y se fue
Rubén.- es normal, no te
preocupes. A mí me llamó, pero colgó nada más oír mi voz
María.- que mal ¿no? Bueno aún no estará preparada. Es que eres un
ser muy extraño
Rubén.- pues eso mismo pienso yo
María.- oye Rubén, te importaría
sentarte aquí a mi lado y cogerme las manos
Rubén.- para qué
María.- para ver mi futuro
Rubén.- no María es algo que
tienes que ir descubriendo poco a poco
María.- anda, solo un poquito
--En eso momento vibro el teléfono, menos mal que no lo tenía en
sonido—
Rubén.- calla, que es ella
María.- pero cógelo, venga.
Rubén.- hola, quien es
Milagros.- soy yo, no sé si molesto
a esta hora
Rubén.- no, no, no molestas, pero
tengo que hablar bajito
Milagros.- perdone si eso lo llamo
en otro momento
Rubén.- es que… Verá, estoy en la
habitación de María escondido
Milagros.- como en la habitación de
María, salga de ahí, eso está prohibido
-- María se acercó
al teléfono—
María.- no te preocupes, que no
lo ha visto nadie
Milagros.- contigo ya hablaré yo
mañana
Rubén.- ¿le apetece que nos
veamos y nos tomemos un café dentro de media hora?
Milagros.- me parece bien, salga de
ahí inmediatamente
Rubén.- en diez minutos la llamo
y ya acordamos un sitio que le quede cerca
María.- que bien, ha llamado
Rubén.- la bronca que nos vamos a
llevar
María.- da igual. Vamos date
prisa que no hay nadie en el control
Rubén.- sí, ya me voy
María.- mucha suerte y que pasen
buena noche
Ahh!!! como que aprovecho la situación con María
ResponderEliminarJa. ja, ja, ja, es un angel.
ResponderEliminarSi, es un àngel pero parece se le han pegado algunas " cosillas" de los mortales
ResponderEliminarTodo se pega
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