Gratuita crueldad
Me
han empezado a llevar a un sitio donde la gente es muy agradable, me dejan con
una chica y ella en una camilla, sin hacerme daño, me hace ejercicios para que
mueva todo el cuerpo. Todos me saludan
cuando paso y yo les regalo una sonrisa.
En el coche han hecho un
invento, para que pueda ir sentada en el asiento de al lado del conductor, mirando
hacia tras, para que siempre me puedan ir viendo.
Vamos a todos los sitios siempre
los tres juntos. Mis padres me ven más
relejada, pero la verdad es que con estas nuevas pastillas estoy casi todo el
día adormilada, tendrá que ser así pero yo no veo ninguna mejoría.
Ha llegado una carta,
debemos ir a revisión al mes que viene. Los dos han puesto cara de asco, saben
que da igual, todos parecen saber qué me pasa, pero nadie tiene ningún
remedio. Ellos intentan no perder la
poca ilusión que les queda, con el único propósito de tener algo a lo que
aferrarse y no tirar la toalla.
Esta vez, primero me han
hecho pasar un mal rato. Me han puesto un casco con cables y yo me he sentido
muy nerviosa; una tortura que parecía no iba a acabar nunca. Después hemos
subido a la consulta. No está el señor
simpático. Nos ha recibido una señora con cara de
amargada. No les ha dicho a mis
padres, nada que no supieran: que no había solución, que nunca hablaría, ni
andaría; con suerte, no como un vegetal
y el estado de mi cuerpo poco a poco se irá deteriorando a causa de las
contracturas.
Las verdades se pueden decir de muchas
maneras, esa tía es una mula redomada, a la que más vale que le pusieran una
albarda y se dedicase a tirar de un arado, en vez de hablar con personas
indefensas e impotentes.
Por la cara de mis
padres, hoy no se ha llevado un guantazo, porque tienen mucha más educación que
ella o porque están tan destrozados, que nos les queda fuerza ni para discutir.
En el viaje de vuelta a
casa, reinaba la desolación. Con una solo mirada se han entendido. Si no hay solución, quien quiera
estudiar a la universidad y los experimentos con gaseosa, aquí no volvemos.
Raquel no es ninguna cobaya de laboratorio.
Siempre queda la esperanza
de que vuelva a resurgir
una brizna verde y fresca
en un desierto infeliz.
Que entre la inmensa negrura
de la lava de un volcán,
se abran paso las semillas
que allí enterradas quedaron
para nunca germinar.
Mármol blanco de Carrara
diamante, bello cristal
un nombre sobre una tumba
donde a otro vas a enterrar.
víbora con bata blanca
¿nada más duro verdad?.
Pensad un poco mendruga
antes de dejar hablar
a esa lengua viperina
como una espada de acero
e incrustarla sin piedad,
nada más crudo en la vida
que afrontar la realidad.
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