viernes, 12 de diciembre de 2014

07.-El diario nunca escrito




Gratuita crueldad


       Me han empezado a llevar a un sitio donde la gente es muy agradable, me dejan con una chica y ella en una camilla, sin hacerme daño, me hace ejercicios para que mueva todo el cuerpo.   Todos me saludan cuando paso y yo les regalo una sonrisa.

     En el coche han hecho un invento, para que pueda ir sentada en el asiento de al lado del conductor, mirando hacia tras, para que siempre me puedan ir viendo.

     Vamos a todos los sitios siempre los tres juntos. Mis  padres me ven más relejada, pero la verdad es que con estas nuevas pastillas estoy casi todo el día adormilada, tendrá que ser así pero yo no veo ninguna mejoría.

          Ha llegado una carta, debemos ir a revisión al mes que viene. Los dos han puesto cara de asco, saben que da igual, todos parecen saber qué me pasa, pero nadie tiene ningún remedio.  Ellos intentan no perder la poca ilusión que les queda, con el único propósito de tener algo a lo que aferrarse y no tirar la toalla.

        Esta vez, primero me han hecho pasar un mal rato. Me han puesto un casco con cables y yo me he sentido muy nerviosa; una tortura que parecía no iba a acabar nunca. Después hemos subido a la consulta.  No está el señor simpático.     Nos ha recibido una señora con cara de amargada.      No les ha dicho a mis padres, nada que no supieran: que no había solución, que nunca hablaría, ni andaría;  con suerte, no como un vegetal y el estado de mi cuerpo poco a poco se irá deteriorando a causa de las contracturas.

         Las verdades se pueden decir de muchas maneras, esa tía es una mula redomada, a la que más vale que le pusieran una albarda y se dedicase a tirar de un arado, en vez de hablar con personas indefensas e impotentes.

           Por la cara de mis padres, hoy no se ha llevado un guantazo, porque tienen mucha más educación que ella o porque están tan destrozados, que nos les queda fuerza ni para discutir.

      En el viaje de vuelta a casa, reinaba la desolación. Con una solo mirada se han entendido.        Si no hay solución, quien quiera estudiar a la universidad y los experimentos con gaseosa, aquí no volvemos. Raquel no es ninguna cobaya de laboratorio.



Siempre queda la esperanza

de que vuelva a resurgir

una brizna verde y fresca

en un desierto infeliz.

Que entre la inmensa negrura

de la lava de un volcán,

se abran paso las semillas

que allí enterradas quedaron

para nunca germinar.

Mármol blanco de Carrara

diamante, bello cristal

un nombre sobre una tumba

donde a otro vas a enterrar.

víbora con bata blanca

¿nada más duro verdad?.

Pensad un poco mendruga

antes de dejar hablar

a esa lengua viperina

como una espada de acero

e incrustarla sin piedad,

nada más crudo en la vida

que afrontar la realidad.



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