jueves, 2 de junio de 2022

El forastero - Intro (A)

 

Introducción. (A)

 

   Aquella mañana de invierno, amanecía nublado;   el cantar de los pájaros no quería despertar.   Las mantas se pegan a un cuerpo dormido que tras los cristales ve el roció brillar.

     En el cielo algo distinto que nadie puede explicar, nadie ha visto aquello que resbalando desciende por ese rayo de luz que luego desaparece a las afueras del pueblo muy cerca del cementerio.

      La luz se replegó de nuevo entre las nubes, entonces por fin, los tibios cantos comenzaron a sonar alegrando las calles desiertas de aquel lugar.

     Poco a poco los ventanucos cuadrados se fueron abriendo; la señora Francisca abría la puerta del gallinero para recoger algún huevo con que preparar la comida que su marido llevaría al tajo.

     Anselmo volvía con su perro  calle adelante, como siempre con su cántaro de leche recién ordeñada.     Las vecinas le compraban al pasar, no les hacía falta reloj de agujas para saber que era el momento de que los chiquillos se empezasen a aviar y tras lavarse y desayunar, salir en algarabía bulliciosa camino de la escuela.

       La mayoría de hombres ya están en el campo.         

   Todas las ventanas lucen abiertas, colgando de ellas las colchas que se airean mientras manos fuertes, curtidas por el tiempo ahuecan la lana de los colchones fondeados por las horas de la noche.

     A media mañana un extraño personaje traspasó la puerta de la tienda; la única del pueblo, donde los productos de limpieza, se juntaban con las zapatillas y batas de andar por casa.   Sobre el pequeño mostrador, el barrilete de sardinas saladas y las latas abiertas de chicharro en escabeche.

          Caballero de pocas palabras y mirada penetrante, apuesto físicamente, bien vestido y barba poblada de canas que dejaban entrever sus años cumplidos.

         Dio una vuelta observando todo lo que allí había y tras mucho pensar se acercó al mostrador, depositó sobre él una moneda de cinco pesetas por la molestia y salió de nuevo por la puerta tal y como había entrado.

    La noticia corrió como la pólvora, todas querían saber quién sería, porqué estaba en el pueblo.    --- ¿Para qué habría venido?---   Todo eran especulaciones.     Las que tenían hijos en edad de trabajar, soñaban con que fuera un empresario y que hubiese llegado pensando en montar allí alguna nueva fábrica de algo.

           Las más agoreras, temían fuese algún esbirro del gobierno, de esos que van a inspeccionar, a sacar los trapos sucios de cada casa.      Había que localizar al alcalde y que diese una solución.

---Florentina entró apresurada---

             .- está en el ayuntamiento, lo acabo de ver entrar

Francisca.- pues a mí no me importaría venderle a buen precio el terrenito de la carretera.

Ángela.- ni a mi alquilarle la casa de mis difuntos suegros.

Rufina.- si va directo al ayuntamiento, malo, verás como al final nos toca pagar.

Andrea.- solo es un forastero y mañana se habrá ido.

Rufina.- Claro,  tú lo defiendes porque te dio un duro de propina.

             El comedor de la señora Ángela estaba a rebosar; su ventana estaba situada justo frente a la puerta del consistorio, no tenía más remedio que salir por allí.

   ¿De qué estarían hablando?   Claro si hubiese coincidido en verano estarían los balcones abiertos y algo se podría oír,   pero esta es mala época para ventilar el despacho del secretario.

Florencia.- María, tú en cuanto que salga entras y preguntas a tu marido

María.- uy maja, mi marido de cosas oficiales no suelta prenda

Ángela.- tú que no te impones, conmigo tenía que dar. No se puede permitir que nos tengan así sin saber nada

Carmen.- ya sale, ya sale

Rufina.- oye pues no está mal

Carmen.- ¿Y dónde irá ahora con el alcalde?

Ángela.- vamos María entra, a ver si le sacas algo

       Mientras el alcalde junto al forastero se encaminan calle arriba en dirección a vaya usted a saber, la espera expectante se hace eterna en aquel comedor frente a la puerta del ayuntamiento.

Carmen.- ya sale, ya sale

Artemisa.- ¿Qué ha dicho?

Carmen.- ¿quién es?

Francisca.- ¿a qué viene?

María.- dice que viene a algo de un antepasado suyo y han ido a ver la casa de Faustino, creo que la quiere alquilar por un tiempo

Sagrario.- Gracias a Dios que no es nadie de la inspección (Santiguándose varias veces)

Rufina.- como se nota las que tienen dinerillo

         Hasta la salida de los niños del colegio el resto de calles del pueblo se han quedado desiertas, las colchas en las ventanas, las camas sin hacer, los pucheros olvidados y la incertidumbre con pan, la comida de ese día.

 


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