Rugiendo en la soledad
de bocas amordazadas
con
la lengua entre
los dientes.
El suelo se levanta,
el techo cae,
las paredes se juntan.
El espacio reducido
hace prescindir de todo.
Adiós
al canto de
los pájaros.
Para qué necesitar
ver el flotar las
nubes
que en
su discurrir,
llegan
a eclipsar la luna.
Para
que llorar a oscuras
cuando el espejo no brilla.
Para que alargar la mano
meciendo con suavidad
si ya no hay nadie en la cuna.
El latir de
un corazón.
El respirar de pulmones.
El sonido del silencio.
Es imposible salir
aunque
este la puerta
abierta.
La oscuridad del pasillo
o el rechinar
de las uñas.
Las
flores en el recuerdo.
En la
habitación, ninguna.
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