domingo, 21 de agosto de 2022

El gatito presumido

 


 

   En aquel lugar vivían tres gatos: el abuelo Rafael, su esposa Lucrecia y su nieto Luisito,  un gatito adolescente al que sus "padres" siempre le habían dado todos los caprichos.

Avatares de la vida hicieron que Luisito fuera a vivir a ese lugar donde no había ni escuela, ni juegos, ni tan siquiera una cama blanda sobre la que descansar.

Siempre estaba enfadado con todo; ¿cómo podía hacer Rafael, para que al menos se sintiese feliz?

 

Con cartones y telas que iba encontrando, hizo el colchón más mullido que nadie puede imaginar; era para su nieto, lo más importante que había en su vida, aunque ellos durmiesen en el frío suelo.

Aún así, no quería acercarse a él. Luisito repudiaba a Rafael y por más que este se acercaba a acariciarlo, Luisito huía hasta de su vista.

Amaneció un nuevo día y el abuelo pensó en llevarlo con él, para  ver si así en el camino se decidía al menos a dirigirle la palabra.

.- vamos Luisito, hoy te llevaré a un sitio y por el camino iremos jugando, ya verás

    .- yo no quiero ir a ningún sitio contigo, hueles mal

 

Rafael, agachó la cabeza y se marchó hasta aquel basurero en el que cada día rebuscaba para llevar a casa algo que llevarse a la boca.

Cada día volvía a la azotea del tejado camino adelante con una sonrisa, pues había encontrado espinas frescas con bastante pescado que degustar. Cuando llegaba su rostro se entristecía. Luisito en su gran y mullida cama se hacía el dormido para ni tan siquiera mirarlo.  Dos pasos cortos como intento de acercarse a darle un beso de buenas noches, pero…. No, mejor no, huelo mal.

Se daba la vuelta y sin cenar se marchaba a un rincón, para desde allí ver como Luisito con la abuela devoraban relamiéndose las espinas del pescado.

      De una tela de rayas, Lucrecia, le había hecho una pajarita para adornar su cuello.  De eso si se sentía orgulloso, su abuela era la mejor y no olía mal. Sentados los dos, la abuela se vanagloriaba ante las vecinas de lo guapo que estaba su nieto y Luisito mostraba su prepotencia acariciando con sus dedos la pajarita.

 

Un día el abuelo Rafael se encontró una bolsa adornada con florecillas de colores. Algo que algún humano había tirado.   Al abrirla, de ella salió un olor extraño, pero muy agradable.  Dentro un gran cacho de jabón.

Esperó a que anocheciera. En la oscuridad recorrió paso a paso, calle tras calle,  hasta un sitio que él recordaba haber visto hacía tiempo.

 La plaza estaba oscura y desierta, miró a un lado y a otro que nadie observaba.  Si alguien lo viese sería la deshonra y se reiría de él de todo el vecindario.

En el centro de la plaza, una gran fuente.

Primero metió la patita; Bufff, estaba helada y los gatos no son muy amigos del agua.

--Vamos Rafael, se dijo a sí mismo, un esfuerzo más, sin miedo--.

   No lo pensó dos veces, se metió de golpe al pilón y se frotó bien el cuerpo con el jabón. Después de aclararse, salió de allí muertito de frío y caminando bajo la luna de dirigió a su tejado.

 

     Cuando llegó ya estaban los dos dormidos; se acercó a Luisito y le dio un beso de buenas noches. Este despertó diciendo:

.- que bien hueles abuela

        .- no mi gatito, soy yo tu abuelo que he hecho lo que nunca pensé en hacer y ha sido solo por ti.

.- abuelo, cuéntamelo, que has hecho

Rafael le narró lo acaecido esa noche en esa plaza de la fuente central, cosa que haría día tras día después de rebuscar espinas en el basurero, para así al llegar a casa poder abrazar a su nieto.

 

Y ahora os resumiré en un momento en idioma gatuno, su conversación, para puedan entender los más pequeños de la casa.
     .- miau, miau.

.- miau, miau. miau.

.- miauuuuuuu.

 


 

4 comentarios:

  1. Qué simpático abuelo gato. Los niños pueden disfrutarlo...y los datos también.

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  2. Que dulzura de familia gatuna !! Mi nieto dice que tengo olor a abuela jaja. Y que le gusta cuando le abrazo !!

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