Dos Isabeles unidas
en encantador
lugar.
Donde las rocas y el cielo
se juntan sobre
un hocino
que al poeta vio
cantar.
Ansiado encuentro
en el tiempo
de las décadas pasadas.
Aquellos juegos y
risas
por las calles empedradas
que quedaron olvidadas.
Unas cervezas por medio
en la terraza de
un bar.
Unos ojos de ilusión
frente a frente
en su mirar.
La silueta de una risa
en sus labios al
hablar.
De nuevo la
despedida
hasta que pasen los años
y se vuelvan a encontrar.
Allí esperarán
las rocas
queriendo atrapar el cielo,
junto a cuestas empedradas.
Su encantadora
ciudad.
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