En el ocaso de un aliento
impostando la voz.
Pavoneándome de un privilegio
inexistente en mí ser
ante ese ser de luz.
Moviendo mi pluma
como un ágrafo cualquiera,
intentando castrar los panales
de este cajón desastre.
No quise escuchar.
Agoreros que gritaban:
Se
apagará tu luna,
olvidarás las estrellas.
Con ellas tus palabras
quedarán mudas.
Tu alma…
se arrastrará entre tinieblas.
Tus versos…
Ya nunca serán cantados.
olvidando mis miserias.
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