Se fueron a ver a María. Una gran sorpresa el
verlos allí a los dos juntos.
Bertha, prefirió quedarse en casa colocando
la ropa en el armario, no sin antes
probársela una y otra vez, paseando delante del espejo colgado en la pared.
María.- hombre, la parejita feliz
Milagros.- oye mocosa, un respeto
Rubén.- cómo estás hoy
Milagros.- ¿has comido todo?
María.- pregunte, pregunte, y
repetido postre
Rubén.- golosa
Milagros.- así me gusta
María.- mira Rubén cógeme los
muslos
---a milagros se le pusieron
ojos como platos al tiempo que ellos comenzaron a reír---
María.- es que dice que tengo las
piernas como las de un canario
Milagros.- pues por una vez, le
tengo que dar la razón.
Pero eso de cogerle los muslos…
Rubén.- pero por favor si es una
niña
María.- que la doctora se nos
pone celosa
Milagros.- te falta a ti mucho, para
estar yo celosa
Rubén.- anda tonta no te enfades
¿A quién quiero yo más?
María.- mira que cara, si se nos
pone colorada
Milagros.- vale de bobadas que me
vais a enfadar
María.- por cierto, cuando me va
a dar el alta
Milagros.- ¿quieres que te sea
sincera? Cuando
peses cien kilos
Rubén.- hala exagerada
María.- de verdad en serio, ya
estoy harta, por lo menos a otra planta que
pueda pasear aunque solo sea por el pasillo y haya menos voces por las noches
Milagros.- te voy a decir la verdad.
Tengo a tus padres en terapia y hasta que no los vea preparados para aceptar la
situación, no te voy a permitir volver a casa
María.- pues ingrésalos a ellos,
que culpa tengo yo
Rubén.- María, alguna tienes
María.- bueno perdón
Milagros.- pero mira, sí, te voy a
cambiar de planta, pero solo si me prometes que no vas a ir para tras
María.- os lo prometo a los dos,
os doy mi palabra
Rubén.- siéntate y dame las manos
que quiero verlo yo, que no me fío
María.- ¿no te fías de mí?
Rubén.- ¡no!
María.- Pero si me viste con mi
novio
Milagros.- ¿con qué novio?
María.- lo que te conté que me
había enseñado Rubén
Milagros.- a veces me olvido que sois
dos locos de atar, pero siéntate y dale las manos, aunque no sé de quién de los
dos me fío menos
María se sentó y tras cerrar los ojos Rubén
hizo un gesto a Milagros.
Los dos cogieron las manos de María al mismo
tiempo. Los tres pudieron ver como en
cada comida no dejaba nada en los platos y antes de abrir los ojos, María dio
un suspiro. Ese chico que andaba por el pasillo
arrastrando el carrito del suero, recién operado, con su rostro aún lleno de
dolor, al que ella se acercaba para ayudarle, era él.
--- Abrió los ojos mostrando lágrimas de felicidad ---
María.- ¿lo has visto Rubén?
Milagros.- ¿a quién?
María.- era él, verdad
Rubén.- yo creo que sí
María.- doctora, me tiene que
cambiar de planta ya
Milagros.- pero, de quien habláis
Rubén.- ¿se lo cantamos?
Cuéntaselo tú
María.- van a operar a un chico. En esa planta lo conoceré y dentro de dos años,
yo pesaré cincuenta y cinco kilos y el
será mi novio. Y sí, pasearemos justos al
lado del río de la mano y para eso tengo que salir de esta planta y ponerme
bien
Milagros.- mi niña. Cómo no. Me voy
hacer la ronda que mañana no vengo por la mañana, pero luego antes de irme,
dejo firmada la orden de que te cambien de planta. Pero…
¿a qué planta tienes que ir?
Rubén.- vete a hacer la ronda y nosotros lo averiguamos
Milagros.- pero como se me ocurriría
a mi estudiar esto, psiquiatría ya ves tú, si hay algunos que no tenéis cura
La doctora Méndez, se acercó al control a por
los historiales y junto con la enfermera fueron visitando paciente por
paciente.
Milagros.- parece que están tranquilos
Enfermera.- pase por aquí a partir de
las diez, esto a esa hora parece que están de verbena
Milagros.- lo siento, pero no quiero
subirles de más la medicación, hay que curarlos no convertirlos en unos vegetales
Enfermera.- llevo desde que hice las
prácticas aquí en la planta, hace ya muchos años, mire me queda uno para
jubilarme, ya ve, y usted es la mejor
doctora que ha pasado por aquí, no tiene que dar explicaciones.
Por cierto ese señor que ha
venido con usted, viene algunas tardes a ver a María, vaya cambio a la hora de
comer, ese hombre tiene algo especial y usted mucha suerte de tenerlo a su
lado. Ya era hora que viviese un poco
la vida
Milagros.- yo siempre he vivido la
vida
Enfermera.- sí, doblando turnos y
haciendo las guardias de urgencias por no ir a casa, que se cree, que aquí nos
chupamos el dedo. Si desde que la conozco nunca se ha cogido un día libre ni
vacaciones excepto esos días cada dos años; por
eso ayer a la mañana me extraño no verla
Milagros.- pues mañana tampoco me
vas a ver, por eso estoy haciendo la ronda a estas horas
---En el pasillo retumbo
un grito que asustó a todos los pacientes de la planta---
Enfermera.- ¡BIEN! ¡COÑO! ¡BIEN!
Milagros.- calla, que estamos en un
hospital
Enfermera.- Qué coño, ¡BIEN! a esta
planta le hace falta un poco de alegría y esta noche pongo en el control la
radio a todo volumen
Milagros.- si los revolucionas, te
los vas a comer tú
Enfermera.- ¿me deja probar?
Milagros.- mira que me los conozco. ¿Qué
turno tienes pasado mañana?
Enfermera.- de tardes
Milagros.- pues pasado mañana por la
tarde la armamos
Enfermera.- por si acaso traiga
refuerzos
Milagros.- vale traeré también al
apuesto caballero
--- el pasillo se llenó de carcajadas—
-- Milagros volvió a la
habitación y allí estaban los dos esperando--
Rubén.- que gritos son esos por los pasillos
Milagros.- nada, la enfermera. Sabéis ya la planta
María.- sí es la cuarta, justo
aquí debajo, esta es la dos mil quinientos diez y de la habitación de donde
salió el chico es la dos mil cuatrocientos ocho
Milagros.- claro y tú pretendes que
te ponga justo en la habitación de al lado
María.- no mejor en la de
enfrente
Rubén.- María, puede ser que aún, no esté ni siquiera ingresado
María.- no me importa esperar
Milagros.- pues voy a rellenar los
papales a ver qué hay libre, también te digo, en la cuarta las habitaciones son
dobles. O sea que pórtate bien con quien te toque o
vuelves para arriba echando leches
María.- que no, por una vez confíe
en mí
--Rubén se acercó a milagros y
la cogió los mofletes--
Rubén.- pero que rica es esta
doctora
Milagros.- ¡hostia! Que haces daño
María.- doctora Méndez; esa
boquita
Milagros.- a la mierda los dos, voy a rellenar el traslado antes de que me
arrepienta y tú, fuera de la habitación que ya se pasó la hora de visitas hace
rato
María.- buffff, como está la doña
Rubén.- hasta mañana mi niña y
pórtate bien
Me gusta la interacción entre diferentes dimensiones... superr
ResponderEliminarEn ciertos casos no hay más remedio.
Eliminar