Esa noche no hubo ni paseo, ni café, ni
charla, ni baile, ni beso en la frente de buenas noches en la penumbra del portal. Hacía días que no pasaba por los locales
y naves.
Rubén.- hoy yo creo, que debería
de pasar a ver cómo anda la cosa
Milagros.- sí, ve, y controla que
todo está bien.
Si yo pudiera ayudarte en algo
Rubén.- tú ya has ayudado
bastante, ahora Bertha tiene un sitio digno donde vivir
Milagros.- y parece que Alejandro no
pone objeciones a lo que estás haciendo
Rubén.- viste como te miraba,
cuando te hizo la foto se le caía la baba, pero su mirada era pura y limpia,
igual que cuando miraba el retrato de su mujer y su hija
Milagros.- la misma que cuando os
miraba a tu madre y a ti
Rubén.- bueno pues me voy a dar
una vuelta por esos antros
Milagros.- con cuidado, ahora hay
muchos que pondrán buena cara por
delante e intentarán apuñalarte por la espalda
Rubén.- solo hay dos, uno es poco
hombre para dar la cara y el otro estará convaleciente.
Se despidieron con un simple
adiós a unas manzanas de su casa, le quedaba
cerca uno de los locales.
En ese sitio todo parecía
normal, habló con todas ellas una a una.
Se fijó que ninguna tuviese marcas
que le hicieran sospechar.
Así fue recorriendo los
sitios, los encargados estaban muy a gusto, se habían evitado problemas,
discusiones, las riñas de cada noche y los gorilas no permitían ni una mala
palabra por parte de los clientes, con lo que todos aquellos problemáticos,
directamente ya no acudían.
(Personas que solo buscaban
camorra y que poca falta hacían).
Al llegar al
“estrella dorada”, se llevó una gran sorpresa.
Mientras hablaba con las
chicas, Roberto salía del despacho trasero.
Rubén.- ¿Qué tal Roberto? ¿Ya te
dieron por fin el alta?
Roberto.- pues parece ser que sí
Rubén.- no me dijeron nada, si no
habría ido yo mismo a recogerte
Roberto.- estás demasiado ocupado
con Don Alejandro y esa doctora
Rubén.- yo estoy ocupado haciendo
lo que tengo que hacer
Roberto.- me mandó don Alejandro
que me encargase de este local sustituyendo a Alex
Rubén.- sí, normal, encargué a
uno de ellos mientras se encontraba la persona idónea
Roberto.- pues como verás, todo
está bien
Rubén.- ya sabes cuales son las
nuevas normas, ahora es mucho más sencillo para todos
Roberto.- bueno pues si ya has
controlado todo, ya te puedes ir a buscar a tu doctora
Rubén.- cuidado Roberto a mi no
me tiembla el pulso
Roberto.- tú, no me hagas reír, a
la que no le tiembla el pulso es a la señora
Rubén.- han cambiado mucho las cosas. Métetelo en la cabeza, a mí, si hablamos de la doctora, don Alejandro o de
las chicas, me tiembla menos que a ella y sin llevar casco.
-No merecía la pena discutir,
cada uno siguió a lo suyo-
Siempre dejaba para el último
local uno le quedaba cerca de casa. Nada más entrar sintió algo extraño.
Preguntó que tal a las chicas y
todas respondían con un bien poco convincente.
Fue hasta el despacho; allí estaba sentado Walter, controlando el
local por medio de las cámaras.
Rubén.- ¿pasa algo extraño?
Walter.- que yo sepa no
--Rubén se quedo mirando las cámaras con atención --
Rubén.- ¿y la chica que falta?
¿No es muy pronto para subir ya con un cliente?
Walter.- no, es que hoy no ha
venido, le dolía no se qué, con estas nuevas normas se han hecho muy delicadas
Rubén.- cuidado Walter, mejor no
juegues con cerillas o te mearás en la cama
Walter.- ya veremos cuánto dura
esto, ahora que ya ha vuelto Roberto
Rubén.- tú intenta preocuparte de
lo tuyo y que cada uno se preocupe de lo suyo
--Rubén se fue hasta una de las naves—
Un encargado de seguridad
fumaba tranquilamente a la puerta.
Se levantó al ver que alguien se aproximaba
en la oscuridad y puso su cuerpo en postura amenazante.
Segurata.- ¿Quién anda ahí?
Rubén.- soy yo, el señor Rubén
Segurata.- perdone señor, no lo
había reconocido y no me gusta que nadie ronde por esta zona
Rubén.- me parece muy bien, para
eso cobras
Segurata.- ¿quería usted algo?
Rubén.- quiero hablar con la
chica que hay dentro
Segurata.- ¿dentro? Dentro no hay
nadie
Rubén.- sí hombre la que hoy está
un poco mala, que me ha dicho Walter que le dolía no se qué
Segurata.- que no señor, que aquí no
hay nadie; espere que enciendo las
luces y entra a mirar para que vea que yo no le miento
Rubén, entró a la nave,
revisó todo palmo a palmo.
(Por mirar, se fiaba más del segurata que de Walter)
Allí no había nadie
Rubén.- bueno pues a pasar buena
noche
Segurata.- ve señor Rubén, a mí
nunca se me ocurriría mentirle
Rubén.- y de aquí, ¿salieron
todas juntas?
Segurata.- eso ya no se lo sé decir,
cuando cambié el turno ya se habían ido con la furgoneta.
--Eso a Rubén no le olía nada bien--
Se fue dando un paseo sin rumbo, allá donde
sus pies decidiesen llevarlo, recorrió calles, callejones, descampados llenos
de basuras. Llegó hasta la orilla del río, cruzó el
puente y se perdió por esos barrios del
extrarradio que ni conocía. Barrios en donde no estaba de más, el llevar
empuñada el arma dentro del bolsillo de la americana.
En el sitio más oscuro,
entre unos altos hierbajos un gato mallaba con voz lastimera.
Pobre gato, que le pasaría. Encendió la linterna de su móvil y se adentró
en aquella selva urbana. Su sorpresa fue
cuando al acercarse descubrió que era una mujer boca abajo, semidesnuda y
apaleada. Corrió a su lado, aún vivía,
le dio la vuelta para que al menos pudiese respirar. Era
la chica que faltaba en el local.
Rápidamente llamó a
Milagros, para pedirle ayuda, envió la ubicación, le dijo que avisase rápido a
alguien de urgencias de confianza, era una sin papeles, no se podía llevar al
hospital.
A quien avisase debía comprometerse
a dejarla en su casa, él la cuidaría.
Mientras esperaba el
auxilio, la sujetaba contra su pecho para darle calor.
Rubén.- ¿quién te ha hecho esto?
Chica.- me matará, me matará
Rubén.- ya está viniendo la
ambulancia tranquila
Chica.- al hospital no, me matará
Rubén.- tranquila, nadie te hará
nada, soy Rubén y te garantizo que nadie te volverá a tocar, pero tengo que
saber quien ha sido
Chica.- no, no, me matará
---A lo lejos se
aproximaba una furgoneta con las luces apagadas. Era una ambulancia, menos mal.
Rubén se puso en pie haciendo señales con la
linterna del móvil---
De ella bajaron el
conductor, Milagros y Bertha.
Bertha.- ¿Dónde está?
Conductor.- ayúdame con la camilla,
Doctora coja la bombona, la mascarilla y el collarín
Bertha.- cristina, cristina, soy
yo ¿Qué te ha pasado?
Cristina.- me van a matar
Conductor.- por favor no la
atosiguéis, ahora tiene que estar tranquila
Doctora.- ponerla boca arriba en la
camilla
Conductor.- no parece que tenga nada
mal en el cuello, de todas formas póngale el collarín y la mascarilla para que
respire bien. A la de tres, arriba y a
la ambulancia.
Milagros.- vamos directos a mi casa
Rubén.- no, mejor a la mía, no te quiero meter en un
compromiso
Milagros.- yo tengo conocimientos y
amigos
Bertha.- el sitio más seguro es la
casa de don Alejandro
Milagros.- ¿qué te parece la idea
Rubén?
Rubén.- por mi bien, se ponga
como se ponga
Conductor.- dirección ¡YA!
Milagros.- yo le indico, vete llamando
a Alejandro que nos espere con la puerta abierta
Bertha.- Tranquila Cris, estás en
buenas manos, ahora estate tranquila y respira
---llegaban a casa de don
Alejandro, este esperaba en la puerta---
Alejandro.- Que ha pasado
Rubén.- luego le explico
Milagros.- ¿donde la llevamos?
Alejandro.- a la habitación que hay junto a la mía
Milagros.- rápido, necesitamos
suero, calmantes y un equipo radiológico portátil
Conductor.- yo ya me voy a limpiar
esto para que nadie se dé cuenta, luego vuelvo a por la botella de oxigeno
Milagros.- muchas gracias, te debo
una
--En diez minutos, estaba allí todo lo que la
doctora había pedido—
Alejandro.- si necesitas algo más,
solo tienes que pedirlo
Milagros.- un hospital, pero eso no
es posible
Bertha.-Cris ¿estás ya más
tranquila? Te vas a poner bien
Rubén.- yo me tengo que ir a
solucionar un asusto
Alejandro.- tú no vas a ningún sitio
Rubén.- esto no puede quedar así
Milagros.- ¡por favor haz caso a
Alejandro! el sabe lo que hace
Rubén.- ¿qué tal estás cristina?
¿Mejor?
Cristina.- sí, mejor, me duele todo
Milagros.- ahora con el suero y los
calmantes te vas a quedar dormida, pero
antes te tengo que mover para hacerte varias radiografías, ¿vas a ser Valente
un ratito?
Rubén.- ¿quien ha sido?
Milagros.- ¡COÑO! QUE LA DEJES EN
PAZ
Alejandro.- vamos fuera, que están
mejor las tres solas
Milagros.- sí, llévatelo, porque le
pongo la vía a él, pero con legía a ver si se calla
La noche se hizo larga, por suerte no tenía
ninguna fractura que necesitase quirófano.
En cuanto le hicieron efecto los calmantes se
quedó dormida (ya le puso dosis de más) era algo que tenía muy controlado en
tantos años.
Ellas dos toda la noche junto a la cama,
oyéndola respirar y hablar entre dientes.
Ellos sentados a la mesa, sin
hablar. Cada poco Rubén hacia ademán
de levantarse y Alejandro lo sujetaba por el antebrazo con un simple: .- quieto Rubén, quieto.
Cuando amaneció, cristina seguía dormida pero estable. Por
suerte esa mañana Milagros había dicho que no iría a trabajar.
---Salieron
al salón para desayunar al menos los cuatro juntos—
Milagros.- lo siento Bertha, pero lo
de darte de alta, va a quedar para otro día
Bertha.- no sea tonta, hay cosas más importantes, son muy buenas personas.
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